La Provincia - Diario de Las Palmas

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90 Años de la División Provincial

Nueve décadas de separación

En septiembre de 1927, Primo de Rivera decretó la división provincial de Canarias para poner fin a un pleito insular que aún está presente España, que contaba con 49 provincias, pasó a tener 50

Mitin prodivisionista frente a las Casas Consistoriales de Vegueta, Las Palmas, en 1911.

"Las cuestiones del querer son de suyo muy delicadas" y, quizás por ello, encontrar una solución a ellas cuesta tiempo. Así lo advertía un artículo del desaparecido Diario de Las Palmas en mayo de 1911 en referencia al enfrentamiento entre los divisionistas de Gran Canaria y los unionistas de Tenerife ante la posibilidad de que la entonces provincia de Canarias pudiera partirse en dos para repartir el peso político, institucional y económico. Esta pugna de intereses, que llega hasta nuestros días, no era nueva a principios del siglo XX y ya se le conocía entonces como "el viejo pleito de Canarias". La Ley de Cabildos de 1912 con la que nacieron las corporaciones insulares, aprobada por el Gobierno central de entonces como solución intermedia, no apaciguó las tensiones entre los miembros de uno y otro bando, pero tampoco lo ha hecho el paso de 90 años desde que se produjera la fragmentación de la región en 1927.

El pleitismo parece inherente al ADN de los canarios, siendo continuos los tiras y aflojas entre Gran Canaria y Tenerife a cuenta de las inversiones en cualquier materia, los vertidos de aguas residuales al mar o la distribución de los cargos públicos y orgánicos en el Ejecutivo regional o en las direcciones de los partidos políticos para lograr un equilibrio del poder territorial.

Nueve artículos de un real decreto firmado el 21 de septiembre de 1927 por el dictador Miguel Primo de Rivera, y publicado en el número 266 de la Gaceta de Madrid dos días después, han marcado la historia reciente de las Islas. Tras un largo periodo de desavenencias entre las clases burguesas entre Gran Canaria y Tenerife, marcado también por episodios de agitación social, motines y asaltos a las redacciones de los periódicos, el Archipiélago se partió en dos y nacieron las provincias de Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas. España, que hasta entonces contaba con 49 demarcaciones provinciales, pasó a tener 50.

La reorganización administrativa del Archipiélago en plena dictadura se acogió con júbilo en las islas orientales, donde no faltaron el lanzamiento de cohetes o los repiques de campanas. No ocurrió lo mismo en Tenerife, que perdía cotas de poder al dejar de ostentar la capitalidad de la única provincia que existía en el Archipiélago.

El pleito insular, la cuestión de Canarias, o el problema canario han sido las expresiones más empleadas para referirse al enfrentamiento entre las dos islas mayores por acaparar más peso económico, político e institucional. El historiador Antonio Padrón esgrime que la constitución de la Junta Suprema de Canarias el 11 de julio de 1808 en La Laguna abrió "la caja de Pandora", pues no solo inició el debate sobre la capitalidad en la propia isla de Tenerife entre la Ciudad de los Adelantados y Santa Cruz de Tenerife, sino que también entró en liza Las Palmas. El debate se intensificó aún más por la organización provincial de España en 1812 bajo el ala de la Cortes gaditanas.

El economista Antonio González Viéitez apunta a que en un archipiélago con dos de las siete islas "con un tremendo polo de poder" con respecto al resto, "la competencia económica estaba cantada". La especialización de la economía canaria en exportables -antes en productos agrícolas y ahora en paquetes turísticos- es lo que ha propiciado, a su juicio, que las relaciones con el exterior sean más importantes que las interinsulares. En el plano político, "las circunscripciones insulares son el perfecto instrumentos para seguir compitiendo" en ese ámbito. Ante tal panorama y la persistencia del pleitismo, González Viéitez recalca la necesidad de "un proyecto político de altura" que propicie la cooperación en una "sociedad fraternal". La oportunidad, señala, se encuentra en la reforma del sistema electoral -encallada desde hace tres décadas- si se crea una circunscripción regional. "Es el elemento que la política tendría para conciliar intereses", planteando las cosas con antelación, "no a rebufo de los acontecimientos".

Fernando Bruquetas, catedrático de Historia Moderna, explica que Gran Canaria siempre ha sido "la agraviada", por lo que para la isla era importante lograr la división para disponer del dinero y que no fuera la Diputación Provincial, con sede en Tenerife, la que lo repartiera. "Por eso la fragmentación fue un salto cualitativo importante", apunta, que se reflejó en el bienestar social, en la construcción de carreteras, puentes o almacenes.

La movilización fue especialmente intensa entre 1906 y 1912, de tal forma que en 1910 el gobierno de José Canalejas se comprometió a buscar soluciones al conflicto desatado en el Archipiélago. En ese año, de hecho, se realizó una amplia consulta para conocer la opinión, entre otros, de la Diputación Provincial, los ayuntamientos o sociedades económicas e industriales sobre las ventajas e inconvenientes de la organización administrativa y electoral de Canarias. En 1911 entró en las Cortes un proyecto que recogía la división provincial, pero encontró la fuerte oposición de Tenerife.

Los periódicos de la época tomaron posición en este pleito y defendían las consignas de unos y otros. El Progreso y La Opinión, desde Santa Cruz de Tenerife, señalaban los "momentos difíciles" que atravesaban las Islas por la "división del Archipiélago en "dos provincias antinaturales" que buscaban los grancanarios. En Gran Canaria, el 1 de mayo de ese año nace LA PROVINCIA de la mano de Gustavo Navarro Nieto para impulsar la fragmentación. El Diario de Las Palmas también apoyó la opción divisionista, destacando en sus crónicas que los tinerfeños "rabian y patean" por mantener la unidad.

Precisamente en Tenerife se produjo una movilización singular: una concentración de mujeres burquesas en la capital canaria que llegó a la portada, incluso, del ABC. El profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de La Laguna, Pedro Bonoso González, expone que las féminas llevaron a cabo esta acción "simbólica", puesto que formaba parte de la costumbre de la mujer burguesa ponerse al frente de mesas petitorias o hacer caridad. En ese contexto, indica, salieron a la calle para complementar la labor que sus maridos estaban llevado a cabo.

El Gobierno se inclinó, al final, por una salida intermedia con la aprobación de la Ley de los Cabildos, si bien tampoco calmó las ansias de división de los grancanarios, ya que aún existía la Diputación Provincial.

La fragmentación llegó en 1927 mediante real decreto por la influencia de los valedores de la causa de Gran Canaria por su estrecha relación con el general Severiano Martínez Anido, ministro de Gobernación. Se abrió un nuevo periodo en la historia de Canarias. En el cumplimiento de los 90 años de la división provincial -que coincide con la efervescencia secesionista catalana-, González Bonoso recalca que la satisfacción de los grancanarios no residía tanto por lograr la independencia administrativa, "sino por haberse quitado de encima el yugo de Tenerife".

Personalidades destacadas

Gustavo Navarro Nieto

  • Fundador de ´La Provincia´: Gustavo Navarro Nieto fue uno de los principales defensores de la causa divisionista. Su relación con el general Severiano Martínez Anido, ministro de Gobernación en la dictadura de Primo de Rivera, fue clave para que en 1927 se decretase la fragmentación. Para impulsar la separación, fundó en 1911 el periódico La Provincia. También fue uno de los fundadores del Real Club Náutico de Gran Canaria en 1908 y primer presidente de esa sociedad.

José Murphy y Meade

  • Político: José Murphy y Meade, hijo de padre irlandés y madre canaria, es considerado el padre de la capitalidad de Santa Cruz de Tenerife, que la consiguió pese a las protestas de La Laguna y Las Palmas. Murphy logra en 1822 con sus gestiones políticas la primera capitalidad de iure, de derecho y no de hecho, para Santa Cruz de Tenerife, avivando aún más el pleito insular que arrastraban las Islas desde principios de ese siglo.

F. de León y Castillo

  • Político: Fernando de León y Castillo -ministro de Ultramar entre 1881 y 1883, vicepresidente del Congreso de los Diputados en 1883, ministro de Gobernación entre 1886 y 1887, y embajador de España en Francia entre 1887 y 1918-, rechazó en un principio la división. Apostó por el desarrollo del Puerto de La Luz como motor económico de Gran Canaria para lograr para esta isla la primacía comercial y que la capitalidad recayese en ella por su propio peso.

Juan Negrín

  • Político: Pese a que la división provincial se logró en 1927 por real decreto en la dictadura de Primo de Rivera, Las Palmas aún tenía que superar un nuevo escollo. Con la llegada de la II República, se plantea que buena parte de la legislatura de la dictadura es ilegal. Los unionistas tinerfeños proponen la eliminación de la fragmentación, pero Juan Negrín defendió la posición de Las Palmas. Finalmente, la división se constitucionalizó en 1931.

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