Banderas muy rojas y muy amarillas, como recién compradas en el Kilo de San Bernardo, de ésas que encandilan el cielo azul de Las Palmas de Gran Canaria. Toros, un pasodoble delante de la Catedral, más rojo y más amarillo en las camisetas, en los paraguas, en el ánimo de la gente... Unas 300 personas, con generosidad en el recuento, acudieron ayer a la llamada de la patria y convirtieron la plaza de Santa Ana en su particular fiesta nacional, con sus "viva España", sus "viva la Guardia Civil" y sus "viva la Policía Nacional".

El lema se repitió como un mantra durante los escasos 40 minutos que duró la concentración, desde las 12.00 hasta las 12.40 horas. Luego comenzó a irse la gente, aunque algunos se quedaron bandera en mano en la Fiesta de la Cerveza que organizó el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria el fin de semana.

La concentración se celebró delante de la Catedral, con la finalidad de escenificar el rechazo al desafío independentista catalán y de apoyar la manifestación celebrada en Barcelona para defender la unidad de España, con el Nobel de literatura Mario Vargas Llosa como reclamo principal.

El colofón, aquí, lo puso Eligio Hernández, abogado, magistrado en excedencia y exfiscal general del Estado, con un discurso en el que criticó el "separatismo pueblerino y estúpido", porque "España es una sola nación" y porque se "equivocan" quienes piensan que el "patriotismo está enmohecido", lanzó Hernández, micrófono en mano, al público que lo seguía desde los escalones de la plaza de Santa Ana.

El exfiscal general del Estado reclamó a los asistentes que se mantengan "irreductibles" ante la unidad de España, incluso apeló a "la emoción Atlántica de la conciencia integral de España" como ejemplo a seguir frente a la más que probable declaración unilateral de independencia de Cataluña.

Con esa "emoción atlántica y el "orgullo de lo canario" citó también al escritor isleño Benito Pérez Galdós para ensalzar a la Guardia Civil, porque "ha nacido para ser grande y de robusta vida", destaca Hernández. Su intervención terminó con un encendido elogio a la Constitución, que fue ampliamente respaldada por la sociedad catalana y ha traído el mayor periodo de prosperidad para todas las autonomías. También con un sonoro "viva España" que fue coreado por todos. Antes sonó el himno nacional y otras proclamas de corte patriótico.

En primera línea de la manifestación, junto a los perros de bronce que vigilan la Catedral, estaban los políticos conservadores, sobre todo del Partido Popular (PP), como la portavoz en el Parlamento canario y secretaria general del partido, María Australia Navarro; el presidente regional de los populares, Asier Antona, totalmente envuelto en la bandera española, como en un partido de fútbol; la diputada nacional María del Carmen Hernández Bento, y el concejal y exalcalde Las Palmas de Gran Canaria, Juan José Cardona. "Falta gente", destaca el exregidor, que lamentó la escasa respuesta del público, al tiempo que condenó el "odio" sembrado en Cataluña y abogó por la necesidad de volver a la legalidad. Tanto Cardona como Australia Navarro y Hernández Bento se acercaron a felicitar a Eligio Hernández, que fue el único afiliado al PSOE conocido que participó en la concentración de Santa Ana.

El presidente de Unidos por Gran Canaria, José Miguel Bravo de Laguna, también acudió a la cita. Calificó de "muy grave" el ataque a la Constitución, destacó "lo mucho" que costó conseguirla y se mostró esperanzado en que la situación se reconduzca, sin la anunciada separación de Cataluña. Saúl Ramírez, diputado nacional de Ciudadanos, también apeló a esa unidad "por el bien de España".

Eso, al menos, entre la clase política, porque entre el resto de los asistentes parecía cundir más el espíritu festivo, con bailes, cánticos, niños al hombro y banderas al viento, entre otras salidas como el pasodoble, el "soy español" y que "viva España". La cosa tenía truco, porque detrás de la máscara de fiesta había gente cabreada, como Rafael González Dávila, un gallego que lleva 27 años afincado en la capital y que no quería hablar de la palabra diálogo, sino de "cárcel" para el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, por todo el "daño" que ha hecho a España y a Cataluña, con una sociedad dividida ante el desafío al Estado. De Mariano Rajoy no tiene ninguna queja, puntualizó.

Otra participante, que estaba con su pareja y grandes banderas, ella canaria y él gallego, matizó que no es "españolista" sino "española", y cuestionó el sistema educativo catalán, donde ha trabajado más de 20 años al dar clases de Lengua y asegura que está secuestrado desde la etapa de Jordi Pujol como presidente de la Generalitat. La maestra, que prefirió mantenerse en el anonimato, no ve una salida fácil al problema por ese "adoctrinamiento educativo".