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Entrevista a Antonio Márquez

"El 23-F fue un golpe armado y lo de Cataluña es un golpe antidemocrático"

"Cataluña fue una de las regiones, junto con Canarias, donde más se votó la Constitución", recuerda el histórico dirigente socialdemócrata en Canarias

Antonio Márquez Fernández, minutos antes de la entrevista en la capital grancanaria. JUAN CASTRO

¿Cómo se ha llegado a este punto en Cataluña?

Creo que se debía haber cortado antes. Hay instrumentos legales para haber acabado con esta situación, pero quizás se tenía un poco de miedo de precipitar las cosas y que pudiera entorpecerse la resolución del conflicto. Pero cuando las cosas van mal tienden a empeorar y eso es lo que ha ido ocurriendo paulatinamente y el punto final todavía no existe. Esto que se ha hecho ahora es prorrogar de alguna manera esta crisis. Muchas veces hay que dejar que las crisis se pudran para resolverlas. Por un lado, se está haciendo una llamada al diálogo y, por otro, se hace una llamada a aplicar el marco constitucional y estatutario. La simbiosis de ambas posturas nos llevaría a una solución.

¿Cuándo y cómo se tenía que haber cortado?

Desde que Cataluña incumplió las normas constitucionales y estatutarias e incluso los principios democráticos generalmente aceptados en todos los países democráticos del mundo. Ése hubiese sido el momento oportuno para que irrumpiera el Estado y planteara una situación como la que se pretende plantear ahora.

¿Se ha tardado demasiado en aplicar el artículo 155 de la Constitución?

Creo que sí y, además, en aplicar el artículo 155 o lo que sea, porque cuanto más se ha avanzado en el tiempo más se ha ido deteriorando la situación y el colmo del deterioro de la situación es el esperpento parlamentario que vimos este martes en el Parlamento de Cataluña.

¿Dónde está el origen del conflicto catalán?

Cataluña fue una de las regiones, junto con Canarias, donde más se votó la Constitución. En aquel entonces había una situación totalmente distinta, pues se pretendía pasar de un Estado autocrático a un Estado democrático. Pero el origen de este problema creo que está en la propia crisis de Convergència i Unió. Ha desaparecido el partido más votado en Cataluña y con la crisis de esta organización de derechas nace este conflicto en Cataluña, donde también influye la crisis individual de muchos de sus dirigentes políticos, como Jordi Pujol, por corruptelas, algo que también ha provocado una huida hacia adelante. Otra parte importante es el pacto con algún partido extremista y con partidos republicanos.

¿Es tan difícil recuperar el espíritu de la Transición, en el que todos dejaron de lado sus aspiraciones para crear un marco de convivencia?

La dificultad radica en cuál es el objetivo. El objetivo de algunos en estos instantes es crear un estado independiente, rompiendo con el marco democrático, el marco constitucional y el propio Estatuto de Autonomía catalán. Eso va a dificultar mucho el encuentro con los que quieren que vuelva al espíritu de la Transición, que no es otra cosa que lo que está escrito en el Estatuto catalán y en la Constitución. Es difícil ese encuentro en este momento porque no hay un objetivo común. Hay dos objetivos: uno que es convertir a Cataluña en un estado independiente, en una república; mientras que otros tienen el objetivo contrario y son mayoría. ¿Cuál sería la solución? Entrar en un marco de diálogo dentro del espíritu de la Constitución, de la Ley, del Estatuto y de las normas democráticas generalmente aceptadas, porque en esta crisis el Gobierno catalán ha aplicado mecanismos antidemocráticos, al margen de que se ha vulnerado la Constitución y el Estatuto de Autonomía.

¿Hay que reformar la Constitución o considera que ahora no es el mejor momento?

Es el momento de aplicar la Constitución. La Constitución es fundamental para estas situaciones de crisis y para establecer los márgenes de actuación política. Empezar ahora a decir que esto está mal porque la Constitución no sirve me parece un error terrible. Hay que aplicar la Constitución, incluso por parte de algunos que en su momento votaron en contra y ahora la alaban. No es el momento de plantear una crisis constitucional como consecuencia de una crisis que se plantea dentro de una comunidad autónoma española, como es Cataluña.

¿El federalismo es la solución?

Creo que el Estado de las autonomías es un Estado totalmente federal, donde están todos los órganos de gobierno que tiene un país democrático. A lo mejor habría que pulir un poco las relaciones del Estado con las comunidades autónomas y las competencias de las autonomías, en base a los criterios de desarrollo institucional que ha habido desde que se empezaron a aplicar los estatutos de autonomía. Pero yo no tocaría de momento la Constitución hasta que se supere este escenario de crisis.

¿El Gobierno central del PP ha ignorado demasiado el problema de Cataluña?

No sólo no lo ha ignorado, sino todo lo contrario. Lo ha tenido demasiado en cuenta, pero no a la hora de tomar decisiones para cortar la situación. No creo que lo haya alentado, pero sí está claro que no ha tomado medidas drásticas para cortarlo. Se ha esperado demasiado tiempo cuando era algo que se veía venir y se ha esperado al final para cortarlo. El Gobierno se ha amparado en la Ley, desde el punto de vista jurisdiccional, en las actuaciones de los órganos jurisdiccionales del país, cuando debían haberse tomado medidas políticas importantes antes de llegar a esta situación. Ha habido un exceso de judicialización del problema en vez de buscar la vía política. Se ha descargado demasiado en el poder judicial la resolución de este problema.

¿No se quiere dialogar?

Debe haber un diálogo dentro del marco legal y constitucional. Parece que ese diálogo dentro del marco legal se hacía imposible. Las bases ahora mismo para ese diálogo están podridas. A lo mejor ha llegado el momento de tomar decisiones drásticas y resolver esto para siempre.

¿La fractura de la convivencia en Cataluña se podrá restablecer algún día?

Se ha dividido a la comunidad autónoma en dos partes y se ha enfrentado a instituciones, personas, grupos y políticos, dentro y fuera de Cataluña. En la Transición tuvimos mala suerte porque Franco se murió en el peor momento, se murió en plena crisis económica. En aquel momento había un nivel de inflación muy grande, un desequilibrio muy grande de la balanza de pagos totalmente deficitaria, un nivel de paro incrementándose no solo como consecuencia de la crisis sino por el regreso de muchos emigrantes que habían ido a trabajar a otros países de Europa. Era un mal momento, pero, a pesar de todas las dificultades la situación se superó, ya que había un objetivo común, que era conseguir la democracia. Todo el mundo coincidió en ese objetivo común, pero ahora no existe un objetivo común y eso va a dificultar un poco la concordia y el entendimiento.

¿La fuga de empresas ha frenado la declaración unilateral de independencia?

Eso era una cosa que se veía venir. Lo que me ha extrañado es que las empresas no hayan tomado esas decisiones desde el principio porque así habrían cortado radicalmente la situación. Si ésa es la causa por la que se ha frenado la declaración unilateral de independencia evidentemente está clarísimo que ha sido un error esperar tanto tiempo. Aquí se han cometido muchos errores por parte de todos. Por ejemplo, no se puede generalizar al hablar de los catalanes. Se hacen chistes y se les insulta con carácter general y eso es muy peligroso porque es un abono para el independentismo y ocurre lo mismo con el acoso y la propaganda que se está dando contra los productos catalanes. Se ha alentado el sentimiento anticatalán y eso es algo totalmente negativo y tenemos que ir superándolo. Me encantó en la manifestación del sábado el discurso de Josep Borrell para buscar la concordia. Algunos han titubeado bastante, más de la cuenta, en relación con esta crisis, dentro y fuera de Cataluña. Desde un punto de vista económico, ésta es la comunidad autónoma con mayor nivel de renta per cápita de España. Es evidente que Cataluña tiene una relación de interdependencia muy grande con el resto de España y, viceversa. En caso de que se declarase la independencia de Cataluña, eso perjudicaría no sólo al conjunto de los españoles sino también de los catalanes, y al mismo tiempo tendría una incidencia muy grande en el seno de la Unión Europea.

¿Cuál debe ser el papel del PSOE en este conflicto? ¿Debe actuar como mediador?

El PSOE está en la oposición y está actuando oportunamente, apoyando las políticas del Gobierno central y defendiendo que debe existir un diálogo dentro de la Constitución y dentro de las normas legales. Ésa es una solución importante. Al PSOE se le ha criticado que apueste por el diálogo, pero la política es diálogo. Para conseguir la concordia es necesario que se hable y sin diálogo las partes no se entienden.

Varios dirigentes socialistas han criticado la apuesta del secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, por el diálogo, ¿qué le parece?

Pedro Sánchez está actuando bien. Está siendo incomprendido porque está pidiendo diálogo y está apoyando la Constitución y respaldando las actuaciones del Gobierno y el marco legal que existe.

¿Incomprendido por quién?

Por los suyos y por los otros. En toda esta historia ha habido un inconveniente muy grande, que es el partidismo, dentro y fuera de Cataluña, y a ello se añade el sectarismo dentro de los partidos.

¿El Rey Felipe VI tenía que haber tenido un papel más de árbitro en su discurso?

El Rey se tiene que posicionar en la Constitución. No le quedaba otro remedio que hacer el discurso que hizo, porque se trata de hacer un llamamiento a que la parte discrepante, los independentistas, se atenga a lo que dice la Constitución, el Estatuto de Autonomía de Cataluña y las normas legales, a los efectos de dialogar y de poder conseguir una concordia que le interesa a Cataluña más que al resto de España. Ahora se ha visto cuáles son los efectos negativos de la política que está manteniendo la Generalitat. En las elecciones de 1977, Rafael Stinga se refería a los capitales y al sistema financiero internacional como ese extraño pajarraco que no sabe ni de patria, ni de amistades ni de amores y eso al final es cierto. El capital, el sistema financiero, no distingue las patrias, ni amigos, ni tiene amores perennes. Eso ha tenido una cierta influencia en este caso. Se han producido declaraciones de pequeñas y grandes empresas de Cataluña que insisten en la necesidad de defender a sus accionistas, clientes y empleados debido a la inseguridad y la incertidumbre que hay en esa comunidad autónoma. Para ello buscan la fórmula que sea y una es alejarse de allí. Muchas veces se usa el patriotismo a la hora de vender y de ganar dinero, pero a la hora de perder dinero nadie usa ni el patriotismo, ni la amistad ni el amor.

¿Toca convocar unas elecciones anticipadas en Cataluña?

Ésa sería una de las soluciones que se están planteando. Lo ideal sería que se pactaran unas elecciones dentro del marco legal.

¿Cómo vivió usted la jornada del 1-0, cuando se celebró el referéndum ilegal en Cataluña?

Anulado el referéndum legalmente y desde un punto de los principios democráticos generalmente aceptados, desde un punto de vista estatutario y constitucional, si eso ya no existe yo no le hubiera dado muchas vueltas al tema y hubiera dejado que votaran. Desde el punto de vista político, si una cosa es nula de pleno derecho y no va a tener ningún valor ¿para qué dar una batalla por ello?

¿Y las cargas policiales qué opinión le merecen?

Las cargas policiales se podían haber evitado, con independencia de que el nivel de las cargas policiales ha sido más el ruido que las nueces, porque yo he visto cargas policiales en Europa en reuniones de organismos internacionales mucho más agresivas y con mucha más contundencia de las que vimos el 1 de octubre. Tampoco he entendido por qué en el Parlamento Europeo se le da una importancia a esta situación que no se ha tenido en otras circunstancias mucho más graves en España, como es el caso de los asesinatos por el terrorismo. Ha habido otras cargas policiales en Europa mucho más graves que ésta y situaciones más drásticas en España, como es el terrorismo, y desde Europa no se han rasgado las vestiduras, como ahora hacen algunos.

¿El Consejo de Europa o alguna otra institución europea debe mediar en el conflicto catalán?

Se debe aplicar la Ley. España es un país de la Unión Europea y lo que hay que hacer es aplicar la Constitución y las leyes y respetarlas. Europa no debe inmiscuirse, debe opinar y la opinión que han dado es que la independencia es negativa para Europa, para España y para Cataluña.

Usted estuvo en el Congreso de los Diputados el 23F, durante el intento de golpe de Estado del año 1981.

Sí, el único paralelismo que hay entre ambos escenarios es el relativo al incumplimiento de las normas constitucionales y de las leyes. Aquello fue un golpe armado y esto es un golpe antidemocrático, desde el punto de vista de la vulneración de las leyes y derechos constitucionales y estatuarios. Se podría hablar de golpe, pero no tiene nada que ver una cosa con la otra. La diferencia es importante porque en aquella ocasión era metralleta en mano y ahora se usan unas leyes anticonstitucionales y antiestatutarias. El armamento utilizado es totalmente diferente.

¿Considera que la crisis política actual es la más grave de la historia de España desde el 23F?

Sí, éste ha sido el momento más difícil que ha habido. Ahora se habla del sistema de 1978, que es un sistema democrático, una Constitución democrática que acabó con un Estado autocrático y con una situación de incertidumbre, porque se hablaba todos los días de ruido de sables y de que podría haber una involución en España, como, de hecho, fue el intento del 23F, disfrazado de otras cosas. Pero éste es el sistema que tenemos y que hay que respetar y, de momento, hay que utilizarlo para arreglar las cosas. Ése es el marco del diálogo que tiene que existir. Yo no rompería este marco. No diría que la causa es que el sistema no funciona. Lo que no sirve es lo que está rompiendo y faltando el respeto a la Constitución e incumpliendo con las leyes y, una vez que esto se resuelva, la propia Constitución tiene sus propios sistemas para introducir variaciones y cambios y mejorarla. En Estados Unidos existe una Constitución desde hace tres siglos y no pasa nada.

En sus intervenciones, el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, compara reiteradamente al Estado español con el franquismo.

Puigdemont tiene una actitud autócrata. Él es el que ha incumplido las normas constitucionales. Si ha habido autocracia ha sido por parte de ellos, porque han roto con las leyes y las normas constitucionales y han inventado unas nuevas sin respaldo democrático. La comunidad autónoma de mayor nivel económico y cultural de España ha convertido este proceso en algo que me recuerda a las películas de Pancho Villa. Lo convierte en una situación totalmente cantinflesca, una situación totalmente anacrónica y sin una racionalidad y un orden dentro de lo que se iba a hacer. Da la sensación de que lo que querían era montar una crisis y un conflicto, pero sin tener una solución prevista. El independentismo debían moverlo un poco con la cabeza y a lo mejor, si usaran la cabeza, no hubieran llegado a dónde han llegado. Ahora no saben qué hacer. No saben cuál es la salida. Los partidos independentistas se encuentran en una encrucijada tremenda porque su posición no tiene respaldo social. La Generalitat ha actuado al margen de la legalidad y eso hay que resolverlo con la legalidad que existe. Incluso la Transición en España se hizo apoyándose en la legalidad anterior, en la autocracia, y se fueron cambiando las leyes poco a poco. Ahora que ya existe un marco constitucional no entiendo por qué se plantea esta situación.

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