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Corte de alas a una tradición

Los criadores de gallos abren las puertas de corrales para exhibir los cuidados que dan al animal ante la ley que alienta el fin de las peleas

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Gallos de pelea en Gran Canaria

300 años de acervo canario están en peligro. El anteproyecto de ley de protección de animales aprobado esta semana por el Gobierno de Canarias amenaza con prohibir las peleas de gallos. Una parte del acervo que en Canarias ha sobrevivido como una tradición familiar, en el que los conocimientos del cuidado de las aves se transmiten de abuelos a nietos. Los animalistas defienden que la "crueldad" de la riñas debe acabar después del margen de tregua que se dio con la ley de 1991 con el objetivo de mermar progresivamente la práctica. Los criadores, por su parte, hacen gala de los cuidados y la inversión que hacen en estos animales para prepararlos de cara a la batalla de las espuelas, las cuales definen como instintivas.

Salvador Dorta, propietario de un criadero en Santa Cruz de Tenerife, y en posesión de más de 300 gallos, reclama al Gobierno canario una respuesta sobre qué hacer con sus animales de entrar en vigor la nueva norma. "El que está haciendo la ley tendrá que resolverme el problema. A ver qué hacen con ellos. Si quieren, que se los lleven a los animalistas y los eduquen ellos. A ver qué hacen..." El criador señala de forma directa a los partidos animalistas de ser quienes presionan al Ejecutivo para proscribir las peleas.

Y además, apunta a uno de los encargados de promover la prohibición de las peleas de gallo ya en 1991: "Pérez-Camacho nos la tiene jurada desde que perdió su propuesta", señala en referencia al diputado entonces de AIC y luego de PP que, en contra de su partido, defendió que se pusiera fin a las riñas. Miguel Cabrera Pérez-Camacho perdió su particular batalla "porque, ¿cómo unos nacionalistas iban a votar en contra de una raza y costumbre autóctona?", recuerda Dorta.

El Gobierno regional propone para estos gallos la solución futura de destinarlos a aves de exhibición en certámenes de belleza animal y de divulgación. Una idea que el criador tinerfeño descarta por completo. "El animal se atrofia si no pelea. A lo que nos anima es Gobierno es a criar carne". Y añade que esta especie desaparecerá porque no sirve para otra cosa. "Ni se puede aprovechar su carne, ni sirven para dar huevos, sentencia"

En Gran Canaria, una de las islas con mayor afición por las peleas de gallos, se encuentran Cristo Viera y Daniel Gutiérrez, dos criadores en posesión de un centenar de gallos en el municipio de Telde. Ambos se muestran cautos por la imagen que la sociedad tiene de los casteadores. "La gente tiene mala información y creen que nosotros maltratamos a los animales. Yo lo hago porque me encuentro a gusto con ellos. Sufro si mis animales tienen algún problema. ¿Qué político entiende lo que yo puedo sentir, si ellos viven en sus despachos", esgrime Gutiérrez de cara a su estilo de vida rural frente a la de los gobernantes.

Los gallistas defienden las peculiaridades de sus aves, a los que les conceden una casta única. "El gallo canario es más grande, aunque esté dentro del peso permitido para luchar, e incluso es más rápido que los de afuera de las Islas", reflexiona Viera. Un pensamiento que Dorta también defiende desde su época estudiantil en Cádiz. "Iba a ver peleas con gente de La Palma que estudiaba veterinaria y ya me decían que los gallos canarios eran una raza específica. Que se diferenciaba de los que se importaban en aquella época desde Venezuela o Cuba". Una reflexión que el colectivo veterinario desmiente "porque no existe un genotipo determinado". El Ministerio de Agricultura sí determina que existe la variedad canaria de la raza combatiente español.

Ambos galleros hablan de hipocresía en la sociedad. Hay peleas que se toleran o fomenta y otras, como esta, que no. Un ejemplo con los combates entre humanos donde, aseguran, la violencia es mayor. "¿Por qué la lucha libre se permite? Estos se pegan incluso cuando el rival está vencido en el ring. Algo que en las riñas de gallos no ocurre porque cuando mi animal no puede continuar defendiéndose se para automáticamente el combate y ya no sufre males mayores", subraya Gutiérrez.

En cuanto a las decisiones que van a tomar si se aprueba la ley, los grancanarios se decantan por continuar con la posesión de sus gallos porque "es mi hobby y me encantan, aunque ya no tendré tantos porque no podremos pelearlos", una opción que se aleja de las quedadas clandestinas, que se esfuerzan en denunciar. "Hay muchos desalmados que hacen barbaridades con los animales, les ponen cuchillas, los pinchan... eso es lo que nos perjudica a los que cuidamos a los gallos".

Dorta, al respecto, lanza una advertencia al Ejecutivo: "Derivará en peleas clandesti-nas. Al igual que hay personas ahora que se mueven por dinero y les da igual el gallo", subraya. Y pone el ejemplo de la afición que existe en Mallorca, donde están prohibidas las peleas y aun así "quedaron campeones de España hace unos años, ¿cómo te explicas eso?", señala el criador tinerfeño.

Lo que si está segura es la celebración de la próxima temporada de peleas de gallos, que da el pistoletazo de salida en enero de 2018 con la recogida de las aves en los corrales para trasladaros a las galleras. Dorta se enorgullece del procedimiento de preparación que les tiene a sus aves: "Aquí tienen un gimnasio de alto rendimiento. Hasta una cinta de correr les tengo", señala. Mientras que Gutiérrez y Viera revelan su secreto para que sus gallos sean los más fuertes: "Aparte del pienso y millo, que es lo que todos les dan, nosotros le damos plátanos y naranjas de nuestra finca. Hasta gofio mezclado con las semillas les damos", deslizan los teldenses.

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