La comida es sagrada. Y así lo entendieron ayer las mascaritas que acudieron a la fiesta de Vegueta. A la hora del enyesque no había hueco ni en las terrazas ni en el interior de los locales, mucho de los cuales sacaron barras al exterior para atender la clientela con prisas para divertirse. Los camareros, para no desentonar, se vistieron originalmente para la ocasión y atendieron a la clientela con eficiencia a pesar del desconcierto que se vivía en los alrededores.

Una pata asada alimentaba visualmente y estomacalmente a las mascaritas en El Herreño en la barra instalada en el exterior del local, mientras que en La Pelotita, en la misma calle de La Pelota, los más de 60 pinchos se disfrutaban en las mesas dispuestas en el interior.

"La gente está viniendo al golpito, estamos esperando el mogollón por la tarde. Esperemos que las tapitas y los pinchitos no nos falten", indicaba la propietaria de La Pelotita, Violeta Herrera, ganadora del segundo premio de pinchos organizado por la Cámara de Comercio, con una mezcla de productos de la tierra: queso, plátano y manzana. Su nombre Chacho Tú. Cinco empleados y amigos trabajaban vestidos de gnomos del bosque a pleno rendimiento.

En el Cream Coffe Bar, tres ositos -Yanay, Tana y Agoney, al mando de Acoidan González, propietario del local, servían cervezas y una ensalada de tomate en una mesa en el exterior a una pareja de setas de producción manual que respondían al nombre de Juan Manuel Batista y Anabel.

"Hay mucha gente, pero va a estar mejor dentro de unas horas", indicaba González, tras la experiencia de la fiesta del pasado año, que también fue organizada por la Asociación de Empresarios Restauradores y de Ocio de Vegueta (AVOR), y que fue todo un éxito.

En La Recova, los camareros, vestidos de zombis, servían carpaccio sin problemas.