Un cisma. Eso es lo que es. Como si se hubieran abierto las aguas en El Confital, como si Los Chancletas se hubieran escindido en dos facciones... Un drama. Agoney tiene alma de drag. Pero desde chico. Tiene querencia el chiquillo por el show business. El primero siempre para disfrazarse, el rey de las escalas en hifi de las fiestas de La Naval. Y cuando se pusieron de moda las reinonas vio los cielos abiertos... Hasta ahí todo estupendo, pero entonces, Tinito, bueno, mastro Tinito, se enteró de las aspiraciones artísticas de su nieto.

"Por encima de mi cadáver". Ese era el margen de acción en el que nos movíamos. Además, Tinito es, cómo decirlo, el balón de oro del chantaje emocional. "Yo no me quiero meter, pero desde la operación noto que el corazón me funciona a veces despacito, como si se estuviera apagando... El latido de un guirre parece". Y esa cara cuarteada de tanta pesca al sol y esas manos llenas de callos, que recuerdo cuando de chica me acariciaba el moflete y de ahí me viene la afición a la exfoliación. No se le puede negar nada, lleva La Isleta en la piel.

Y si se dijera que a Agoney le gusta desafiar a la autoridad... Pero es un alma de dios. Ni una vez ha copiado en el colegio, antes se muere que no cumplir con doña Fidelina, su maestra de Primaria, que aún es su líder espiritual. Y el abuelo Tinito es su referente, ha pasado más horas con él que con nadie en este mundo y decepcionarle sería como "arrancarse el alma", según sus propias palabras... Ya les he dicho que lleva el teatro en el ADN.

Para resolverlo, y antes de que haya una desgracia, hemos convocado una cumbre. Después de muchas deliberaciones hemos decidido que lo mejor es la ocultación. Es decir, hay que despistar al abuelo. Montar un operativo para que no vea la gala. Como él es mucho de jugar al dominó, hemos montado una timba que ya quisiera 007 en Casino Royale. Agoney ha pasado la preselección y todo marcha sobre ruedas. Ensayamos en el garaje de mi tía, con Yamisleisis de coreógrafa. Por suerte, Tinito sigue en la inopia.

Hoy es la noche, hoy nos la jugamos y a mí me ha tocado vigilar al abuelo. Por ahora todo según lo previsto. Está sentado a la mesa y tiene buena mano. "Chiquilla, enciende la tele, que en nada sale Agoney". La madre que lo parió.