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Niebla en el canal

La decisión de salir de la Unión aisla a Reino Unido del continente y producirá importantes efectos en las economías europea, española y canaria En Reino Unido los políticos optan por dimitir; en España, por resistir

Niebla en el canal

Hace años, cuando el servicio meteorológico británico daba el parte del tiempo, con frecuencia anunciaba que se esperaba "fuerte niebla en el canal". Y añadía a continuación: "El continente ha quedado aislado". La expresión causaba gran regocijo a los ingleses y no menor resquemor en los restantes europeos. Y era tan habitual que unos y otros la utilizaban como fuente de inspiración para no pocos chistes: los ingleses para presumir y los europeos para ridiculizarlos.

Pero aquel parte meteorológico era más que una broma, reflejaba una antigua idea muy arraigada entre los británicos: Europa era un importante continente, sin duda; pero el centro del mundo estaba en Britain. La Gran Bretaña desde la que los ingleses gobernaban el planeta y poseían tantos territorios en los cincos continentes que, como dijera Felipe II del suyo, en sus dominios tampoco se ponía el sol.

La famosa novela de Dickens Historia de dos ciudades reflejó también la histórica pugna que han mantenido la isla y el continente. Una de ellas, París, era la capital de Europa; y la otra, Londres, la capital del mundo. En la segunda parte del siglo XX, ambas ciudades fueron sustituidas por las americanas Washington, la capital de Estados Unidos, y Nueva York, la nueva capital del mundo. Por eso, cuando la mañana de ayer se anunció que Reino Unido abandonaba la Unión Europea, algunos recalcitrantes aislacionistas británicos pudieron volver a sentir con regocijo que Europa, una vez más, había quedado aislada. Y que el Reino Unido avanzaba de nuevo a ocupar el lugar que le correspondía y que la historia le había sustraído.

Pero ese pensamiento de los nostálgicos de un mundo de ayer que ya no existe, contrastó con el de una mayoría, que se llevó un buen susto cuando terminó de comprender lo que había ocurrido sin darse muy bien cuenta de cómo habían llegado hasta ahí. Y lo peor es que no tenía marcha atrás, habían roto sus puentes con la Unión Europea que tanto había costado construir y empezaba a levantarse una enorme muralla, como la que Trump quiere levantar en la frontera con México. Pero esta vez, desgraciadamente para los ingleses, es la gran isla la que ha quedado aislada.

De la noche al día

La constatación del resultado se produjo por la mañana, y sus efectos empezaron a producirse desde que se abrió la famosa bolsa de Londres. Empezó a caer el valor de las acciones y el cambio de la libra frente al dólar se hundió en un 10%; y en cadena cayeron las acciones en los grandes bancos, en especial las dos entidades españolas con importantes intereses en el Reino Unido: Santander y BBVA. También sufrieron el impacto las grandes empresas españolas asentadas en Londres, cuyos ingresos generados en el Reino Unido suman 36.000 millones de euros. Y de paso, empezaron a desplomarse todas las bolsas del mundo, en especial las ligadas estrechamente a la City.

Por una vez, y sin que sirva de precedente, el nerviosismo de los mercados coincidía con el de los ciudadanos, al menos el de una buena parte de ellos.

A esta mañana de nervios le había precedido una noche de tensión. Mientras la encuesta de Sky News de las once de la noche daba como vencedor a permanecer en la Unión, las libras y las acciones se vendían a través de los mercados asiáticos que en esa hora eran los únicos abiertos. Los traders de divisas de la City no pudieron dormir, primero comprando libras y luego vendiéndolas. Las oficinas de Londres de los grandes bancos de inversión -GP Morgan, Goldman Sachs, Citi y HSBC- vivieron una noche interminable. Y Londres sustituyó por una vez a la ciudad de Nueva York, a la que llaman la ciudad que nunca duerme. Pero cuando por la mañana la BBC dio el resultado contrario, la victoria del abandono, se produjo una histeria difícil de controlar. Aún no hay un cálculo exacto pero dicen que nunca se había vendido tantas acciones en el mundo como en esas horas locas del amanecer.

Cameron dimite

A las nueve y media de la mañana, hora inglesa y canaria, habló el primer ministro inglés intentando calmar la histeria. En tono solemne y estilo de discurso histórico, y desde el atril que le colocan a la puerta de su residencia de Downing Street, David Cameron dijo varias cosas relevantes. La primera, que aunque él no era partidario de abandonar la Unión, lógicamente respetaría con todas sus consecuencias la decisión del pueblo británico. Y la segunda, que otra persona tendría que liderar la negociación de ruptura con la Unión Europea: "Estos nuevos tiempos requieren un nuevo líder", sentenció. Poniendo en evidencia la gran diferencia entre la cultura democrática de los ingleses y la española. Cuando llega la hora de asumir responsabilidades, políticos como Cameron optan por dimitir y otros, como Rajoy, por resistir, "porque el que resiste gana".

Cameron explicó también que su sustituto elevará al Consejo Europeo la decisión del pueblo británico y entonces se aplicará el artículo 50 del Tratado de la Unión, que establece un plazo de dos años para que su país negocie las condiciones de su salida de la Unión Europea. Y trató de tranquilizar a los más inquietos precisando que por algún tiempo todo seguirá igual. Se refería sobre todo a cuestiones que preocupan especialmente tanto a los británicos como a los restantes ciudadanos europeos: los permisos de trabajo en el Reino Unido, que afectan a tantos españoles, o las obligaciones de la Seguridad Social española, que afecta a tantos ingleses.

Pero mientras algunas cuestiones sigan igual, la caída de la libra puede tener importantes efectos de carácter inmediato en las órdenes de compra de inversiones inmobiliarias inglesas en España y en Canarias, donde son muy importantes. También podría tener efectos en las reservas turísticas, no en las de este verano, pero sí en la de las temporadas próximas. Ayer, en los principales municipios turísticos de Canarias la salida del Reino Unido de la UE era recurrente e inevitable tema de conversación. En San Bartolomé de Tirajana, en concreto, el brexit caldeó aún más el irrespirable ambiente creado por la calima. Su concejal de Turismo, Ramón Suárez, introducía mesura al debate: "El paquete turístico podrá subir algo, pero lo hará igualmente en el resto de destinos. Lo previsible es que si los ingleses viajaban antes tres veces al año, lo hagan ahora dos". Y concluyó: "El efecto, en cualquier caso, será mayor en un primer momento, pero se irá mitigando con el tiempo". Sus declaraciones contrastaban sin embargo con el cierto alarmismo con que reaccionaron las dos patronales turísticas canarias.

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