Con distintos matices, las primeras espadas de la política canaria coinciden en que el del brexit es más un problema político que económico. Populismo, extremismos, falta de liderazgo e insolidaridad fueron ayer algunas de las palabras más repetidas por los representantes de las principales fuerzas políticas del Archipiélago, quienes se muestran más preocupados por el futuro de la Unión Europea (UE) que por las eventuales repercusiones del adiós del Reino Unido en el turismo y la economía de las Islas.

"Está avanzando la gente de la intolerancia, la que está contra el inmigrante, contra los principios de la Unión", lamenta la exdiputada de Coalición Canaria Ana Oramas, candidata a la reelección en los comicios de mañana. "Hay que reaccionar ya", subraya la nacionalista, que confía en que el revuelo que experimentan las bolsas no desemboque en una crisis como la que en su día provocó el capítulo de Lehman Brothers. En cuanto a las eventuales consecuencias en el sector turístico, Oramas, como el Gobierno de Canarias, cree conveniente un análisis profundo y no cortoplacista.

José Ignacio Lavandera, portavoz del Partido Socialista en el Parlamento regional, resume de algún modo el sentir generalizado: "Es una mala noticia para Europa, para España y, especialmente, para Canarias". No en vano, y más allá del turismo, Lavandera recuerda la importancia de la comunidad inglesa en Canarias (alrededor de 30.000 británicos viven en las Islas) y manifiesta su inquietud por la posibilidad, habida cuenta de la reacción de la ultraderecha, de que el sentimiento eurófobo siga alimentándose. "Habrá que poner cortafuegos para afianzar esa Europa que sentimos; en el PSOE seguimos creyendo en la Europa común", subraya el representante socialista.

El excongresista del Partido Popular Guillermo Mariscal, también candidato a la reelección por la provincia de Las Palmas, considera que lo sucedido en el Reino Unido, en particular, y en el Viejo Continente, en general, es el resultado de un proceso en el que el populismo se ha apoderado de "los sentimientos de la gente". Mariscal, que califica de "irresponsable" el referéndum auspiciado por David Cameron, máxime cuando se ha resuelto por mayoría simple pese a la gravedad de sus implicaciones, hace hincapié, en cualquier caso, en que las generaciones más jóvenes sí han apostado por la permanencia en la UE. En consecuencia, el exdiputado confía en que la situación cambie en el Reino Unido cuando sean estas generaciones las que gobiernen.

Desde Podemos, el presidente de su grupo en la Cámara autonómica, Juan José Márquez Fandiño, cree que el brexit no ha sido otra cosa que el resultado de una "mala gestión" y de las políticas "fallidas" que se han puesto en práctica desde 2008, desde el estallido de la crisis. "Europa tiene que hacer un ejercicio de autocrítica", apunta Fandiño antes de aseverar que la "mejor" manera de "combatir" a la derecha "xenófoba" que gana terreno es un proyecto común "que se acerque a los derechos fundamentales; se necesita urgentemente otra Europa".

En la línea argumental del portavoz de Podemos se expresan también el presidente de Nueva Canarias, Román Rodríguez, y el coordinador de Izquierda Unida en el Archipiélago, Ramón Trujillo. Rodríguez asegura que el elemento decisivo en el actual momento de eurofobia entronca con la crisis y, en concreto, con cómo se ha afrontado esta desde Bruselas, algo de lo que responsabiliza al Partido Popular Europeo. Y Trujillo compendia esta idea en pocas palabras: "Europa será social o no será". El coordinador de IU explica que una vez que la socialdemocracia "se ha hecho liberal", hay sectores sociales que han quedado "huérfanos" de representantes políticos, lo que ha facilitado que la xenofobia, los extremismos y los euroescépticos hayan pescado en río revuelto.

Melisa Rodríguez, candidata de Ciudadanos al Congreso y casualmente nacida en Londres, puso de algún modo el corolario de la jornada en las Islas: "Un día triste".