Ahora está a dieta, pero es oler la pasta y volverse loco y más todavía si lo que se cuece en el caldero son espaguetis. Porque cada uno tiene sus debilidades y las de Ashé son los fideos largos con los que su abueli, Marisa Fernández Fernández, le premia de vez en cuando en su cuenco de la comida. Y es que él es bueno y lo sabe, aunque alguna vez sienta la necesidad de arrancarle los ojos a sus peluches y sacarles la espuma. Eso no quiere decir que sea de mala condición, para nada, si de hecho a él le encanta pasearlos por su casa varias veces al día como hace con él en el parque Isachi Rodríguez, su dueña a la que adora tanto que, por ella, hasta se disfraza en carnavales y sale al escenario del parque Santa Catalina con tanto poderío que durante tres años consecutivos se ha llevado el primer premio del Carnaval Canino. En 2016, sin ir más lejos, fue la última vez cuando salió engalanado de faraón.

Prueba de ello es el trofeo que descansa junto a los otros dos en el mueble del salón de su familia humana y que no quedan tampoco nada mal en la foto de portada de su página de Facebook. Porque él podrá tener nueve años, pero es un perro moderno, que lo mismo le dedica un vídeo a su tío Alberto que se hace un selfie en una de las tantas camas que tiene repartidas por todas las habitaciones de la casa. Esa es otra de sus aficiones, "la de cazar camas", según confirma Isachi. Claro que es que no puede evitarlo porque lo de la caza lo lleva en la genética al ser mitad pointer y mitad podenco y es el instinto el que le hace ir de una a otra.

Eso sí, por las noches prefiere no dormir solo, al menos las primeras horas en las que se siente más a gustito bajo la cama de su ama. No obstante necesita también su espacio y nada como hacerse un ovillo en el colchón de uno y arroparse con la manta cuando hace frío. Y si de tanto moverse dormido se despierta y no atina a colocarse de nuevo una de las mantas que le han traído los Reyes Magos por ser bueno, tiene que despertar a Isachi o a la abueli, porque de lo contrario no puede conciliar el sueño. Porque él es muy tranquilo y mimoso, pero el frío es una de las pocas cosas que le ponen nervioso junto con las cámaras, que no le gustan demasiado, aunque las tolera. Y más desde que los periódicos y las televisiones le sacan tan bien nada más bajarse del escenario que tanto le gusta pisar, tanto que el espera en el backstage se le hace eterna y eso que tira y tira de su dueña para salir lo antes posible.

Definitivamente ha ganado algo en paciencia en esas tablas en la que el año pasado desfiló como un faraón con el que ganó, pero también lo ha hecho como Pedro Picapiedra, el Capitán América, Buddy el de Toy Story o de Pegaso con alas incluidas. Hasta una carroza llevó en una ocasión, todo ello acompañado, por supuesto, de Isachi que siempre va a juego. Este año también lo harán, aunque no van a concursar. Prefieren disfrutar del espectáculo aunque no por ello van a dejar atrás el disfraz, que para eso ya está ella se ha pasado días pega que te pega purpurina, flores y mariposas para llegar a tiempo a la gala en la que piensan ir muy primaverales con unos tocados que a más de uno le arrancarán un ¡guau!, eso seguro.

Y es que desde que llegó a la vida de su familia desde el albergue con tan solo unos meses es afortunado y lo sabe. No solo por el nombre con el que le bautizó Rodríguez después de luchar durante un mes contra la filaria que casi se lo lleva para el otro barrio siento tan solo un cachorrito, y a la que sobrevivió porque "tenía ashé", que en la religión yoruba significa suerte, entre otras cosas, como bien explica su ama, que es cubana. La fortuna le sonríe en cada cumpleaños, cuando le soplan las velas sobre una tarta de galletas caninas, porque como buen perro es un goloso que se deja hacer por una buena chuche (o un plato de espaguetis). Pero también cuando sale a correr al parque y puede volver a una casa en la que, además de poder dar sus paseos rutinarios con los peluches y pedir el desayuno nada más llegar por las mañanas (aunque ahora esté a dieta), le dan un amor infinito que no entiende de límites. Y si no que se lo pregunten a la abueli a quien ha llegado a perseguir al baño con el cuenco de agua vacío para que se lo rellene. La vida de perros.