La chiquillería estaba concentrada en el patio del colegio público León y Castillo, solo pendiente del aviso de salida hacia la plaza de San Gregorio. Niños disfrazados de botellas de agua mineral, frutas, gofio o aguacates y galletas, sin olvidar una batucada calentando el ambiente, los papahuevos, un dragón multicolor con una cinta con el escudo de la Unión Deportiva Las Palmas y, cómo no, la sardina, que cerraba el desfile de su carnaval saludable.

En el exterior, los padres de los menores, con móviles y cámaras en ristre, buscaban entre la multitud de disfraces a sus hijos, a quienes acompañaron -a distancia- hasta el final de la cabalgata menuda, que desemboca en la plaza del barrio comercial después de pasear por la avenida de la Constitución, la principal vía peatonal del barrio. El trayecto, ya conocido de ediciones anteriores, estuvo vigilado por agentes de la Policía Local, quienes cortaban las calles por donde transcurría la comitiva constituida por unos 400 escolares, quienes iban rumbo al encuentro de sus compañeros más pequeños, los del RAM, situado en un lateral de la zona comercial abierta.

Un recorrido no muy largo, pero parte de él cuesta arriba, aunque poco importó a los participantes esta hándicap. Las risas, los cantos y los ánimos a que algunos de los transeúntes que se encontraban a su paso se unieran a ellos se sucedían y se convirtió en algarabía al son de la batucada y con la sorpresa de quienes estaban en las terrazas del barrio empresarial disfrutando de un día en esos momentos soleado. Tuvieron suerte, las ligeras lluvias caídas no llegaron hasta más tarde y pudieron continuar hasta el regreso al colegio con todo favorable para rematar en el patio de su centro el resto de la fiesta.

Los más pequeños fueron los que ocuparon las primeras filas en la avenida de la Constitución una vez se unieron las dos comitivas. El colorido de los disfraces saludables, las alegres caras de estos carnavaleros de bolsillo y sus ánimos durante el desfile agrandaron un acto sencillo, imaginativo y con el reto de acercar el mundo del carnaval a los escolares, la cantera del futuro. Los espectadores, como hipnotizados, los animaron.