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Una hazaña y una maldición

El Granca levantó el año pasado el primer gran título de su historia y busca el más difícil todavía: ganar la Supercopa en casa, algo inaudito

El plantel del Gran Canaria, con el título de Supercopa del 2016. ACB

La pretemporada del Herbalife Gran Canaria había sido redonda. Ni una derrota. Ni un reproche. Nombres nuevos como Bo McCalebb, Richard Hendrix, Darko Planinic o Royce O'Neale, así como el gran rendimiento de Kyle Kuric, ilusionaban a la afición. Con un pleno de victorias llegaba el equipo de Luis Casimiro, por entonces recién aterrizado en la entidad, a Vitoria para disputar la segunda Supercopa de su historia. Con Barcelona, Real Madrid y Baskonia, que además competía en casa, nadie creía en el Granca, que se había clasificado por haberse metido en la final de la Copa del Rey en la edición anterior.

En ese contexto el cuadro insular partía como un invitado y todo el entorno veía la cita como una oportunidad de lujo para comprobar el nivel de la plantilla antes del inicio de la Liga Endesa. Pero el equipo amarillo se rebeló ante esa etiqueta, se entrometió en la fiesta y le arrebató la Copa a los más grandes, rompiendo la hegemonía de varios años del Real Madrid y el Barcelona, un dominio que también discutió el Valencia Basket en la final de la Liga Endesa sorprendiendo a los blancos.

El Baskonia primero (80-84) y el Barcelona después (79-59) sucumbieron ante un Gran Canaria que se comportó, sobre todo en la final, como un auténtico rodillo. Se lo tenían escondido en el vestuario, lo mencionaban en voz baja, casi murmullando, pero desde los primeros entrenamientos ya tenían claro el objetivo: querían dar el golpe y lograr el primer título de la historia, el que se les había resistido en las finales de la Eurocup y la Copa del Rey en los dos años anteriores. Querían su particular revancha. Todos los focos estaban en ese evento y tanto fue así que lo acabaron pagando en el inicio de Liga con cuatro derrotas, lo que provocó que el equipo comenzara la competición a remolque.

No fue grave porque el Granca reaccionó a tiempo para meterse en la Copa del Rey. Y ya tenían el sabor inolvidable de la Supercopa, que firmaron con un Kyle Kuric estelar. El estadounidense había sido operado menos de un año antes de un tumor cerebral del que se recuperó a toda velocidad para rematar el cuento de hadas del Herbalife.

El MVP de Kyle Kuric

Su título de MVP fue el resultado de una actuación especialmente imponente en la semifinal, en la que firmó nada más y nada menos que 24 puntos frente al anfitrión. Fue memorable el partido del escolta de Indiana. Un espectáculo que tuvo continuidad al día siguiente con 10 puntos en la final.

Y es que ante el Barcelona la exhibición fue sobre todo a nivel colectivo. En números destacaron los 15 puntos de Bo McCalebb, que se llevó el gran duelo de bases ante Tyrese Rice, los 12 puntos de Darko Planinic, los 11 puntos y 6 rebotes del capitán Eulis Báez y los 8 puntos y 8 rebotes de Royce O'Neale. Pero el conjunto de Bartzokas fue totalmente superado en todas las facetas. Un atropello para coronar la hazaña.

Ahora, un año después, el reto es más difícil todavía. Y es que no solo busca el Gran Canaria levantar su segunda Supercopa consecutiva, sino también hacerlo en casa, un éxito que no ha alcanzado ningún club en las 17 ediciones que se han celebrado.

El Barcelona es el rey de esta competición con seis títulos. Y le siguen el Real Madrid y el Baskonia con cuatro, así como el Joventut con dos. Cierra el palmarés el Gran Canaria con el del 2016.

El formato del torneo, el más joven de la ACB, ha cambiado en varias ocasiones y el de ahora, con cuatro equipos, está consolidado. Vitoria, uno de los núcleos de mayor seguimiento de baloncesto en España, ha albergado tres de las cuatro ediciones anteriores y no levantó ninguna. Tampoco el Málaga, al que se le resiste esta competición. Ahora el Gran Canaria, en una edición sin el Barcelona ni el Baskonia, y con un Real Madrid con bajas importantes, tiene una ocasión de oro.

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