Al reloj de la final de la Copa del Rey aún le quedaban diez segundos por consumir cuando Gerard Freixa -director de eventos de la ACB- se acercó como un cohete a la mesa donde varios técnicos controlaban las imágenes que aparecían en el vídeomarcador del Gran Canaria Arena. La velocidad en el trayecto trazado por el ejecutivo de la organización del torneo, desde el punto en el que seguía las evoluciones del duelo entre el Real Madrid y el FC Barcelona Lassa hasta la zona de trabajo de los operarios, la marcaba la relevancia de su mensaje. "No pongas ni una repetición", exclamó dos veces Freixa. Y por su cara, y el vaivén de su flequillo, el asunto parecía una cuestión de vida o muerte.

Justo en ese momento el Madrid acababa de arrinconar al Barça (90-92) después de minutos y minutos de persecución en el tanteo y el equipo blanco en peso se quejaba amargamente por una decisión arbitral que pudo desequilibrar el partido a su favor: la señalización de una falta de Fabien Causeur sobre Pierre Oriola en lugar de un posible campo atrás del pívot azulgrana.

Con el ambiente tan caldeado, por la igualdad en el resultado, por las urgencias que provoca la falta de tiempo cuando el reloj avisa que llega el final de la película y por el cachondeo en la grada al son del cántico "no era campo atrás, no era campo atrás" -para recordar una jugada similar que el año pasado sí favoreció al Real Madrid ante el Morabanc Andorra-, Freixa capó una herramienta que podía haber lanzado un poco más de gasolina al fuego de una final fantástica, un señor partido compuesto por mil matices diferentes que enriquecieron y dieron buen gusto a una velada que supuso el cierre a cuatro días de buen baloncesto, de un largo fin de semana de fiesta en las gradas, de muchas anécdotas y que volvió a situar a Gran Canaria a nivel internacional en el mapa.

Vetada la proyección de las jugadas polémicas -decisión que el legendario Walter Szczerbiak y su mujer, procedentes de Estados Unidos, no acaban de entender-, el vídeomarcador del Arena jamás perdió brillo. Fue, durante las cuatro noches de la Copa, un elemento protagonista más en la fiesta. Público y autoridades disfrutaron con el talento de jugadores como San Miguel, San Emeterio, Doncic, Waczynski, Eriksson, Eyenga, Heurtel y Shengelia y se vinieron arriba con los minutos de entretenimiento que ofrecía el armatoste elegido por Lucas Bravo de Laguna para coronar el pabellón. Por sus pantallas desfiló gente con disfraces de todo tipo -las Tortugas Ninja acompañadas por Splinter, las tribus escocesas que seguían a William Wallace, la Máscara, una banda de vaqueros con sus caballos y hasta dos botellas de Jaggermeister-, parejas que se besaban -número que sacó sonrisas a Antonio Morales, Fernando Clavijo, Carlos Alonso, Quequé o Florentino Pérez-, parejas que se comprometían en matrimonio -al novio, después del sí quiero de ella, le recordaron que ya no viajará a más Copas con sus amigos- y aficionados que se dejaron llevar en bailes frenéticos por la cansina selección de temas musicales elegidos para amenizar las cuatro noches.

Un sinfín de anécdotas

Por el videomarcador, que no pescó el jueves la detención de un seguidor del Barça tras cánticos en favor de la independencia, el conato de pelea final entre Doncic y Sanders o como Thompkins casi estrella una silla por la frustración de no haberse jugado un último triple, sí se asomó Pesic -siempre con un chicle en la boca-, el gran protagonista de la Copa. Hace 15 días disfrutaba de su jubilación en Alemania y ayer, apenas una hora antes de la final, paseaba tranquilamente alrededor del Arena, ensimismado en sus pensamientos, mientras accedía a hacerse fotos con aficionados sorprendidos que se cruzaba en su camino.

Anoche, en el vestuario, le explicaba, feliz, a Josep Maria Bartomeu -presidente del Barça- las dificultades que se toparon él y sus jugadores en el camino antes de alzar al cielo el trofeo de campeón. "El viernes le ganamos al Baskonia", detalla el serbio, "el equipo más en forma de España. El sábado, al Gran Canaria, que jugaba en casa. Y hoy al Madrid. Sólo nos faltó cruzarnos con Golden State", añadió entre la risa general y el apunte de Bartomeu: "A Golden State también le habríamos ganado".

Finalizado el chascarrillo, Pesic indicó el camino a los suyos. "Y mañana, a entrenar". Bromas, las justas. Y si no, que se lo digan a Sito Alonso, sentado en un salón de algún lugar del mundo, delante de una televisión encendida, mientras en el aparato se suceden una serie de imágenes que proclaman al Barça, once días después de su despido como entrenador de ese equipo victorioso, otra vez campeón de la Copa del Rey. ¿Qué pasará por la cabeza de Sito Alonso?