Bruno Shädler, consejero científico del Departamento de Hidrología del Ministerio de Medio Ambiente de Suiza, ha explicado a un grupo de periodistas españoles que el calentamiento global está poniendo en riesgo el turismo y los deportes alpinos en este país, entre otras actividades.

Los glaciares alpinos, que han perdido alrededor de un sesenta por ciento de su volumen entre 1850 y 2006, suponen la fuente de muchos de los ríos más grandes de Suiza, entre ellos el Ródano, por lo que si llegaran a desaparecer el nivel del agua bajaría notablemente.

Esto produciría a su vez un efecto dominó que afectaría a la navegación y producción de energía hidroeléctrica, que representa el 60 por ciento de toda la que se consume en el país.

Por otra parte, la temperatura en los últimos cien años en los Alpes suizos ha aumentado más que en el resto del mundo -entre 1,5 y 2 grados centígrados-, lo que ha hecho que se vaya desplazando la cota de nieve.

Actualmente, el límite donde se puede encontrar nieve se sitúa a unos 850 metros por encima del nivel del mar y se prevé que vaya subiendo de 100 a 150 metros por cada grado de incremento de la temperatura, de tal forma que en 2050 se situará entre los 1.000 y los 1.500 metros de altura.

Según Shädler, las estaciones de esquí que están situadas por debajo de los 1.400 metros empezarán ya a tener problemas para ofrecer nieve a sus clientes.

También la agricultura suiza sufrirá las consecuencias del cambio climático, ya que deberá adaptarse a un clima con veranos más calurosos y secos, para lo cual deberá cambiar el tipo de cultivos e ir introduciendo sistemas de regadío.

El Gobierno suizo ya ha realizado un estudio sobre los impactos del cambio climático en la agricultura, en la gestión del agua o en la sanidad pública y "ha comprendido que debe actuar", según Shädler.

Por ello, en los próximos meses va a elaborar una ley marco sobre clima que contemplará medidas de reducción de emisiones de CO2 y otras que permitan al país adaptarse a las nuevas condiciones climáticas.

Además, ya existe una normativa sobre ahorro energético que establece un canon de 0,5 céntimos por kilovatio/hora consumido, y también los camiones deben pagar una tasa por kilómetro recorrido, con lo que se pretende encarecer el transporte por carretera y favorecer el ferrocarril.

También los vehículos deben pagar un céntimo más por el carburante que consumen y que se destina a fines ecológicos, una medida que aunque no tiene un impacto directo ya que la gente sigue usando el coche, sirve para financiar proyectos medioambientales en países en desarrollo.