Es de todos sabido que uno de los principales aspectos que incomodó a público y compositores, cuando se empezó a difundir el fenómeno de la música electrónica, fue la frialdad de sentarse delante de un escenario en el que sólo había un reproductor y unos altavoces (en ocasiones también estaba presente quien accionaba el mecanismo sonoro).

Por ello algunos creadores empezaron a idear composiciones en las que se combinaban los elementos electrónicos con la ejecución en vivo.

Hoy, cuando hemos sustituido la artesanía de la cinta magnética por la inmediatez del ordenador, y está perfectamente aceptado el concepto de música electroacústica, esta incomodidad sigue presente si no está acompañada de mecanismos adicionales. Así, la excusa de lo audiovisual sirve de pretexto para no aburrir al público, y transmitirle una información complementaria a través de la imagen. El recurso a la performance produce una escucha amena en la que el espectador ve acción. Existen más métodos dinamizadores, pero la audición a palo seco sigue siendo dura, sobre todo cuando se aprovecha el ordenador para generar los mismos ruidos recurrentes que ya estaban presentes en los compositores de hace cincuenta años, aunque con menor originalidad.

A algo así nos enfrentamos, a grandes rasgos, el pasado lunes por la noche en la Sala de Cámara del auditorio Alfredo Kraus. Comenzaban los actos en Las Palmas de Gran Canaria del festival Punto de Encuentro, celebrado por la Asociación de Música Electroacústica de España (AMEE), y se presentaba en esta ocasión el CD de miniaturas electroacústicas recientemente grabado por la asociación para conmemorar su XX aniversario. Reduciendo el evento a la mínima expresión, no se podría hablar más que de una escucha guiada de un disco, o lo que es casi lo mismo, de la colocación de un reducidísimo público delante de un escenario, para presenciar con educada quietud lo que se podría haber hecho en el salón de casa, en este caso sin la posibilidad de tomar aire cuando llegara el aburrimiento.

Ante esta situación, hay poco que destacar. Las presentaciones, justificaciones y promesas institucionales del inicio, fueron seguidas del único gran momento de la noche, la corta pero intensa conferencia del musicólogo Roc Laseca. En un breve espacio de tiempo, Laseca consiguió justificar bien su visión sobre la música del creador canario Guillermo Lorenzo, y ubicar su visión del arte en el contexto del "(post)modernismo sonoro". También mostró ejemplarmente al público sus conocimientos sobre los pensamientos estéticos más avanzados, en relación con el arte actual.

Entre los fragmentos musicales cabe subrayar cinco composiciones, ideadas por Edith Alonso (Una estancia breve), Gregorio Jiménez (Pedales), Rafael Liñán (Danza del veinte), Guillermo Lorenzo (PAISaje) y Miguel Molina (Para cinta sola). Sobresale sin duda la Danza del veinte, compuesta mediante una peculiar interacción de voces que, después de algo menos de tres minutos, forma un entramado común que acaba en un motete. Es original, es corta, las ideas están bien distribuidas, y los asistentes agradecieron la escucha. No se puede dejar atrás el PAISaje, de Lorenzo, generado a través de eventos sonoros presenciados en la plaza de San Agustín. Igualmente, la obra de Miguel Molina era un ejemplo de originalidad, sin recurrir al ruido desagradable ni a las interferencias fáciles. Simplemente se limitaba a un minuto de cinta virgen rodando sin tratamiento, y otro minuto de mínimo tratamiento del mismo sonido.

Del resto, poco más se puede decir. Queda en cualquier caso la laudable intención de organizar algo así en nuestra capital. Un esfuerzo similar dio lugar hace diez años, con una labor organizativa quizá más efectiva, a la presencia del Punto de Encuentro en esta ciudad. Esta semana se han revitalizado aquellos momentos, y se ha podido escuchar nuevamente en Gran Canaria un festival de música electroacústica, algo poco habitual en estos lugares. En este sentido, se debe agradecer el apoyo de las instituciones. Sin embargo, también se debe lamentar la falta de publicidad a gran escala, achacable seguramente a la organización del Encuentro en Las Palmas de Gran Canaria. Los especialistas estaban informados del evento y tampoco asistieron, y aunque se puede argumentar que el pasado lunes estaba sobrecargada la agenda cultural, no hemos de olvidar que a menudo nos quejamos de no tener nada de interés en la oferta cultural de las instituciones. Por ello hemos desaprovechado aquí una oportunidad única.