"Ser fotógrafo es fácil en cualquier parte del mundo", ha afirmado Raghu Rai a Efe, aunque lo difícil es "evolucionar y desarrollarse".

Entre las 35 fotografías que Rai ha traído a Madrid, desde hoy y hasta el 27 de abril, se pueden descubrir a Indira Gandhi o a Teresa de Calcuta, pero también a miles de hindúes anónimos en caóticas calles, sus bazares, sus ritos y costumbres.

Junto a imágenes tranquilas como las de un vendedor de té en un tren, una novia el día de su boda o un conductor de carros empapándose bajo un monzón, Raghu Rai no se ha olvidado de la otra cara de la India, especialmente de las víctimas del desastre químico del Bhopal, de 1984, y sus fotos fueron utilizadas en su día por Greenpeace.

El fotógrafo, que nació en la localidad de Jhhang, actualmente Pakistán, en 1942, se declara "básicamente autodidacta", pero considera que lo importante para hacer bien su trabajo es "conocer el mundo que te rodea".

"Todos podemos oír y ver, pero ser capaz de hacerlo en un conjunto es mucho más complicado", señala Rai, quien cree que "el mundo se ampliará enormemente para el que oiga y vea las cosas en su totalidad".

Siempre publica fotografías de la India y, en contra de otros hindúes que pueden sentirse molestos porque los occidentales sólo recuerden el Taj Mahal, a él no le importa. De hecho, ha realizado un libro de fotografías sólo del Taj Mahal, del que ha vendido 60.000 copias.

Él ha transformado ese cliché del Taj Mahal en lo que es verdaderamente su país, pues "es un palacio que representa la cultura de la India, sus cambios de estación y las horas de un día", comenta Rai.

Raghu Rai, protegido del frío de Madrid con un abrigo negro y una larga bufanda roja, a veces fotografía paisajes, especialmente si aparecen nubes, pero la expresión humana es para él "lo más fuerte e importante en este mundo".

Asociado de la Agencia Magnum, prefiere no ser socio porque ello "le implicaría vivir y trabajar fuera de la India", donde no ha sufrido censura a excepción de una vez cuando Indira Gandhi declaró el estado de emergencia. "Por culpa de ello perdió las elecciones al año siguiente y ningún político hindú ha vuelto a repetirlo", explica Rai con una sonrisa.

El fotógrafo, cuya ciudad natal pertenece ahora a Pakistán, reconoce que le hubiera gustado fotografiar a la ex presidenta Benazir Bhutto, aunque lo hizo en 1970, cuando llegó con su padre a Pakistán con tan sólo 16 años. "Era una mujer muy atractiva que estaba consiguiendo asentarse como una gran política y su final ha sido una desgracia", dice.

En esta exposición, producida por la Fundación Tres Culturas y la asociación francesa Les Rencontres d'Arles, Raghu Rai comparte con el visitante sus experiencias y confiesa no tener una fotografía favorita ni una imagen soñada todavía por capturar.

"Sería horrible preconcebir una fotografía porque eso convertiría al fotógrafo en una máquina", ha manifestado Rai.

Raghu Rai ha confesado que espera que, tanto en Madrid como en Barcelona, donde también se exhibe ahora otra muestra de sus fotografías pero en color, los espectadores de su trabajo sientan lo mismo que él: "una energía natural muy instintiva".