Gregorio Gutiérrez ha gestionado una atractiva programación para los Encuentros de Música Religiosa que por tercera vez extiende CajaCanarias a todas las islas. Los de Gran Canaria comenzaron el jueves en la iglesia de San Juan de Telde, continuaron el viernes en la de San Agustín de Las Palmas (con el regalo de una sesión matinal pedagógica para escolares) y siguen hoy en la de Santa María de Guía.

El programa, dirigido por el maestro Gutiérrez, es espléndido. La Orquesta Sinfónica de Las Palmas -con muy pocos refuerzos individuales- y las 18 voces de la equilibrada y refinadísima Camerata Lacunensis que dirige Francisco José Herrero comienzan con tres motetes de Mozart, muy diferentes entre sí, en los que la batuta pide y obtiene precisión polifónica (Misericordias Domini K.222), amplitud y claridad del discurso melódico (Ave María K.273) y fervorosa expresividad (Ave verum Corpus K.618).

Esta gran entrada en situación conduce al momento central, también mozartiano: la cantata para soprano y orquesta Exsultate, Jubilate K.165, con la que debuta en las Islas una maravillosa cantante rusa, Olga Peretyatko, llamada al estrellato por la belleza de la voz, la extensión y la completa técnica de proyección y vocalización virtuosa. Sumamente cuidada por el director y los sinfónicos -entre ellos un trompeta, un contrabajo y un cembalista de alto nivel- la joven cantante lució color, volumen y fraseo ideales para Mozart, dando coherencia y musicalidad a los floreos y añadiendo un par de puntaturas no escritas que muestran la extensión y la dulzura de un privilegiado registro agudo.

La belleza física añadida a la vocal la convierte en la intérprete soñada para la escena mozartiana. Sería muy oportuno vincularla a Gran Canaria, ahora que comienza su lanzamiento internacional.

Gutiérrez construyó magistralmente los doce números del Gloria de Vivaldi, con brillante diversidad de tiempos, ritmos, acentos y cromática. Los textos latinos determinan el carácter de cada página, que exige de la batuta exactamente lo que ofrece: imaginación, flexibilidad, detalle y energía suasoria. La Camerata Lacunensis vuelve a sonar de manera soberbia, con el empaste, la seguridad de tono y la cualidad de escucha recíproca que hace de sus versiones un regalo para el oído.

El director funde inmejorablemente la materia vocal y la instrumental y vuelve a desplegar sus dotes en el mimo de las voces solistas. En este caso la soprano tinerfeña Encarna Santana, de muy grato color y fácil fraseo, muy bien secundada en uno de los números por otra soprano, Celia Martín, miembro de la Camerata. Con ellas, la mezzo valenciana Cristina Faus, de línea nobilísima a partir de un registro ancho y grave de gran calidad.

En conjunto, una verdadera exquisitez merecedora de los mejores espacios musicales de la Isla.

La agenda grancanaria de estos encuentros aún reserva para el próximo día 13, en la iglesia de San Francisco de la capital, un concierto a capella del Berliner Vocale Ensemble (cinco cantantes, entre ellos el tenor grancanario Manuel Gómez Ruiz) con un extraordinario programa de polifonía renacentista, barroca, clásica y romántica.