Es un error tratar de hacer cosas como si fueras más joven de lo que eres. La verdad es que ninguna de estas doce nuevas canciones las podía haber escrito con 22 años. Si la gente asocia ambos sonidos es porque casi somos los mismos músicos, pero no existe premeditación al respecto".

Es la palabra sincera de Elvis Costello (Londres, 1954) en una entrevista reciente a El País a propósito de la edición de su nuevo disco de estudio, Momofuku (Universal), grabado junto a The Imposters, y de los dos únicos conciertos que el británico hará en España los días 30 de junio y 1 de junio en el Auditorio Alfredo Kraus. Un lujo para el cierre de la sexta edición del encuentro Arrecife de las Músicas que ha contado este año además con la presencia de artistas como Angelique Kidjo, Perla Batalla, Teófilo Chantré, Dino Saluzzi Trío y Arcángel.

La que será la primera actuación del británico en las Islas viene arropada por una docena de nuevas canciones con las que Declan Patrick MacManus (su nombre auténtico) ha vuelto a redireccionar su carrera musical lejos de ejercicios alrededor de la música clásica, country, ópera y jazz en los que se ha venido ocupando en los últimos años. En Momofuku recupera (aunque el dice que nunca la había perdido) la flema que hizo de Costello su seña de identidad como un rockero que asistió al advenimiento del punk y la new wave, y sin dejarse contagiar por ninguno de estos estilos. Pop enérgico cual dulce vitamina de juventud, y rock de medios tiempos por el que fluyen los grandes mitos de la música moderna, clásicos imperecederos con los que este británico se reinvindica nuevamente como un sobrado alquimista de todos los tiempos.

Y no es que echara en falta su pose de rockero y la imagen siempre asociada a un joven Buddy Holly reconvertido a punk, sino que en su caso, y visto como ha serpenteado su discografía, proyectos y colaboraciones de más diversa índole, la alternancia y la experimentación han sido determinantes en el conjunto de su creación.

"Esas otras facetas mías sólo irritan a la gente con poca curiosidad. En realidad, esos proyectos alternativos han estado siempre presentes: grabé My funny Valentine en 1978 y el disco Imperial bedroom, de 1982, ya incluía algo parecido al tango y al jazz. Sucede que las oportunidades han ido aumentando con los años, sobre todo a partir del cambio de siglo", decía Elvis Costello a El País al ser cuestionado sobre si el rock seguía siendo su fuente primaria. Su vuelta es una hola otra vez tras un amago de despedida que venía cocinando antes de reclutar otra vez a The Imposters (banda en la militan dos de sus antiguos colaboradores en The Attractions como son el bajista Davey Faragher y el pianista Stevey Nieve, además del batería Pete Thomas, con quienes celebra esta gira).

Costello hace buena su leyenda, la de creador inquieto e imprevisible, cuya siguiente jugada sólo la conoce su protagonista. Momofuku es, en resumen, su regreso a las estructuras rítmicas del pop, género del que se proclamó un tremendo vocero en una época de cambios culturales a los que no fue ajeno. Este Momofuku presenta al músico de guitarras rabiosas, y al compositor reposado el que gusta medirse en distancias cortas. Del primer corte, quedan piezas altamente incendiarias y pegadizas que recuerdan al Costello de los primeros años con The Attractions como The american gangsters, Stella hurts, Drum & bone o Turpentine; mientras que su pose intimista deja joyas del calibre de Harry Worth, Flutter & wow, Mr. Feathers (la enorme sombra de The Kinks) o Song with rose , todo ello sin perder su identidad.

En gira. Como una clara advertencia a quienes hace tiempo perdieron la confianza en la capacidad creadora de Costello, al menos para no repetirse en su discurso pop, el disco se cierra con Go away, una invitación a seguir disfrutando de su actual verbo, el que le mantendrá tiempo ocupando con The Imposters en una gira por Estados Unidos, tras su paso por la capital grancanaria, junto a The Police.

Momofuku es el presente de Elvis Costello, al que se asoma nuevamente el británico tras hurgar con acierto en el jazz con trabajos como The river in reverse (2006) junto a Allen Toussaint. y descubrirse como compositor para ballet con Il sogno (2004), entre otros trabajos fuera de su espectro natural que se han sucedido en su discografía como For the stars (2001), con la mezzosoprano Anne-Sofie von Otter; Painted from memory (1998), con Burt Bacharach; The Juliet letters (1993), con The Brodsky Quartet; Deep dead blue (1995) y The sweetest punch (1998), ambos con el guitarrista de jazz Bill Frisell, entre otros.

Con casi 40 discos publicados, Elvis Costello es una figura grande en la música moderna. Fue productor antes que artista, y su entrada en Stiff Records, disquera británica con la que publicaría su excitante debut My aim is true (1977), le convirtió en protagonista de las carreteras secundarias que se abrían para la música británica a la sombra del fenómeno mediático que inspiraban Sex Pistols. De su mano, entre otras producciones, saldría el disco homónimo de The Specials, casi nada.

Si en 1977 dejaba claras sus cartas y el tipo de música al que quería dedicarse, los años venideros serían decisivos en su fructífera carrera. Con The Attractions como banda, Costello facturó un disco por año hasta llegados los años 90 del pasado siglo, ya en las filas de Warner y tocando a las puertas del mercado estadounidense. Así, y uno tras otro, aparecieron This year's model (1978), Armed forces (1979), Get Happy (1980), cuatro títulos básicos (más My aim is true) en los cimientos de su obra, Trust (1981), Almost blue (1981), Imperial bedroom (1982), Punch the clock (1983), Goodbye cruel world (1984), King of América (1986), su apuesta por el country, Blood and chocolate (1986) y Spike (1986), ya en solitario, en un mano a mano con Paul McCartney.

Y más discos, correctos y regulares, en solitario y con The Imposters, y colaboraciones en distintas direcciones. Tal vez la que más provecho le ha reportado es su boda en 2003 con la cantante Diana Krall. Aunque, quienes le conocen bien, al menos musicalmente, aseguran que la pareja no le cambió el carácter.