"La obra ha sido como un Miura que tienes que agarrar por los cuernos". Así de gráfica, con un juego de paralelismo entre el apellido del autor teatral y el lenguaje taurino, se mostró ayer la directora Amelia Ochandiano sobre la pieza El caso de la mujer asesinadita, de Miguel Mihura, que se estrena desde hoy y hasta el domingo, en el teatro Cuyás.

La puesta en escena de esta pieza centrada en una mujer burguesa con una vida anodina y sin pasión, que desea escapar de su jaula de cristal, fue casi un trabajo de rescate de la comedia, olvidada con el tiempo, del escritor Miguel Mihura, junto a Álvaro de Laiglesia, su colaborador en La Codorniz y que trabajó los gags.

A raíz de la publicación de las obras completas del dramaturgo madrileño, Ochandiano quedó prendida de esta pieza, desconocida para el gran público, por un "lenguaje que llega mucho al alma y que me permite volar". La directora, con un carácter seco y de exuberancia verbal, consideró todo un descubrimiento esta pieza desarrollada en tres actos. "Es una obra exigente, con un lenguaje muy preciso, que debe ser pronunciado tal como el autor lo escribió y que requiere mucha concentración en los intérpretes porque aunque les permite tirarse a la piscina, todo está encorsetado", subrayó.

El papel de Mercedes, protagonista taimada que evoluciona hacia la locura y termina como una heroína, recae en la solvente actriz Isabel Ordaz, con gran recorrido en la televisión y el teatro. "Este papel es un gran regalo, está muy bien delimitado y te lo pide todo en la interpretación", sostiene la intérprete, que se acompaña de otros seis personajes y la música de jazz clásico.

COHERENCIA. Isabel Ordaz elogió la coherencia interior del diálogo, frases largas y con un final de carcajada. Descubre -argumenta la actriz- en la escritura de Mihura a un poeta, que muestra todo su mundo personal y lo saca adelante de forma universal.

Pese a estar contextualizada la creación del autor en el posfranquismo, la intérprete defiende en Mihura "un autor muy sofisticado, caracterizado por la alta comedia, que bebe del cine clásico y que se mueve por delante de su tiempo, de la tele y la tecnología".

Textos imperecederos, sin anacronismos y bien recibidos por el público joven. A su juicio, la obra es crítica con la sociedad de su tiempo y nada machista pues crea el universo de una mujer épica.