"Misteriosament feliç" (Proa) recoge setenta poemas en los que, como ha dicho su autor en una entrevista con Efe, trato de "exponer la manera de alcanzar esa felicidad a la que hace referencia el título".

Arranca el volumen con un poema aparentemente descorazonador en el que el poeta se desprende de todo: alfombras, cortinas, mesas, cuadros, cartas de amor, e incluso de la mayoría de sus libros.

"Yo soy de ciencias y la poesía debe ser exacta y concisa y se debe poner sobre la mesa lo que son las cosas, y la vida es dura. Si no pones de manifiesto -advierte- los auténticos desastres, miedos, no podrás llegar a la alegría".

En el fondo, precisa Margarit, se trata de volver a Sócrates, aunque sea desde el punto de vista actual.

El tema de la humanidad enfrentada a la muerte, que ya en el siglo V a.C, recoge la fábula de Esopo "El viejo y la muerte", es un diálogo vigente desde entonces, aunque, como dice Margarit, se haya tenido que actualizar a lo largo de la historia, como hizo, por ejemplo, Thomas Mann con "Doktor Faustus", "porque la visión de la muerte no es la misma a principios del siglo XX que en el V a.C.".

Margarit reclama la necesidad que tiene el poeta, el artista en general, de "revisitar los mitos", pues opina que "en el arte sólo puedes aspirar a visitar los mismos lugares de siempre y sólo el tonto puede pretender crear nuevos mundos".

En su nuevo libro, el poeta leridano incluye sus particulares homenajes, entre ellos a su "padre literario", Ernest Hemingway, que en este caso aparece en un poema "como referente literario, pero también humano".

También tiene un recuerdo para Juan Ramón Jiménez en un poema sobre una habitación de la Residencia de Estudiantes.

Bécquer, otro de sus poetas fetiche, vuelve a repetir en este volumen, en el que no falta un homenaje personal a Estellés y al malogrado Ángel González.

"Se murió mientras acababa el libro y percibo que es casi el final de la generación del 50, de la que prácticamente sólo queda mi amigo Enrique Badosa", señala.

Sobre el Premio Nacional de Poesía con que fue distinguido por el Ministerio de Cultura, Margarit cree que "éste y otros galardones no añaden ni quitan un gramo de valor" a sus poemas.

El galardonado es consciente de que "a diferencia del lector de novelas, al lector de poesía es difícil colarle un gol, porque puede leer tres poemas al azar y si no le gusta no comprará tu libro".

Asimismo, no oculta cierta satisfacción por la edición que Proa acaba de publicar de su libro lírico "Joana", una edición conmemorativa después de haber vendido 10.000 ejemplares, que sale ahora con un CD en el que el propio Margarit recita los poemas.

"Se lee menos poesía que prosa porque es mucho más densa, y lo mismo sucede con Bach frente a Bruce Springsteen", subraya.

A su juicio, un poema es como una "partitura", ante la cual el lector no actúa como un oyente en un concierto, sino como "alguien que toca un instrumento, que sabe interpretar la partitura, y eso requiere un esfuerzo que no exige la prosa".

También esa metáfora sirve a Margarit para explicar que "puede haber diferentes interpretaciones de un mismo poema, al igual que diversos músicos tocan de maneras distintas la misma pieza".