"Goya retrató una España que atravesaba por una época sombría y cuyas características se asemejan a la Filipinas de hoy", explicó el pintor español César Caballero, líder del grupo e impulsor del homenaje al grabador nacido en Fuendetodos, que estará expuesto hasta el 14 de diciembre.

"La crisis económica llenaba las calles de vagabundos, el Gobierno de Fernando VII contribuía al mantenimiento de los privilegios de una minoría y la sociedad abrazaba la religión de manera excluyente, con tendencia a creer supersticiones acientíficas. Es, prácticamente, la situación actual de Filipinas", cuenta Caballero, que saca a relucir sus antepasados gitanos antes de arrancarse a cantar por soleá en el silencio de la galería LRI Plaza.

El método de trabajo del grupo es sencillo. Como en anteriores exposiciones conjuntas, el pintor madrileño propuso a sus compañeros el reto de reinterpretar a Goya con tan sólo dos meses de plazo.

Los creadores evitaron cualquier tipo de puesta en común antes de ponerse manos a la obra y, sin embargo, en sus dispares propuestas subyace una idea común: Goya constituye un buen punto de partida para retratar Filipinas.

La antigua colonia es una nación plagada de desigualdades en la que el 30 por ciento de sus 90 millones de habitantes vive por debajo del umbral de la pobreza, mientras la clase pudiente conserva su estatus ante la pasividad de un Gobierno acusado de corrupción.

El fervor con el que sus ciudadanos profesan la religión católica favorece el poder que ostenta la jerarquía eclesiástica y el vertiginoso aumento de la población, que sigue la consigna de no emplear métodos anticonceptivos no naturales.

Así, la brocha del Nino Quartana transformó "el Coloso" de Goya en un niño vagabundo que duerme en el barrio popular de Malate, con una pistola de plástico en la mano.

"Simboliza al pueblo dormido. Si despierta, podría provocar una revolución", explica este italiano afincado en la capital filipina, para el que Goya fue una gran inspiración, pues "fue el primer artista en utilizar el arte como denuncia".

Su "Maja desnuda" es, como no podría ser de otro modo, una prostituta asiática rodeada de luces de neón.

El filipino Ramón Díaz también optó por retratar el drama del sexo en Filipinas en el lienzo titulado de manera alusiva "No money no honey" (Sin dinero no hay miel).

Su compatriota Steph Palallos, en cambio, prefirió emplear los referentes de Goya de una manera más personal en su instalación de espejos "Retratos de los Cuatro Temperamentos", que pretende reflejar el lado más oscuro de cada ser humano.

"Goya es un artista que puede ser estudiado desde múltiples puntos de vista. Mi aproximación no es intelectual; no hay mensaje.

No me gusta pensar la pintura. Sólo juego con los símbolos goyescos y experimento con materiales tradicionales filipinos como la hoja de palma", argumenta el filipino Poch Naval.

"Cada uno tiene su visión y no siempre exponemos los mismos compañeros. Algunos artistas van, otros vienen. Aun así, es interesante trabajar con otros creadores sobre un mismo punto de partida. Estimula la creación", zanja el español César Caballero, quien confiesa que ya tiene la vista puesta en el siguiente tema de inspiración común: el Surrealismo.