Una cinta que aterriza avalada por sus cinco nominaciones a los Oscar: la de mejor actriz para Streep, que ya tiene el récord con sus 15 candidaturas, la mejor actor de reparto para Seymour Hoffman y las dos nominaciones que reciben Amy Adams y Viola Davis. Ambas competirán con la española Penélope Cruz por hacerse con la estatuilla a la mejor actriz de reparto. También está nominado al Oscar al mejor guión adaptado el director de la cinta, John Patrick Shanley, que lleva a la gran pantalla su propia obra de teatro. Una obra con la que triunfó sobre las tablas de Broadway y con la que ganó cuatro premios Tony, los Oscar del mundo del teatro.

La historia de 'La duda' nos lleva hasta un barrio del Bronx en plena década de los sesenta. En la iglesia de San Nicolás un sacerdote carismático y brillante en sus homilías, el padre Flynn (Seymour Hoffman) intenta introducir un una bocanada de aire fresco en la comunidad y en el colegio, regido desde años por las estrictas reglas que la severa e inflexible hermana Aloysius Beauvier (Streep). Una monja que ha impuesto el régimen del miedo para llevar a los alumnos por el camino recto e imponer una disciplina espartana.

Pero los vientos de cambio que soplan fuera son fuertes y es inevitable se cuelen en la acorazada escuela de la hermana Aloysius. Al colegio católico llega el primer estudiante negro, Donald Miller, un chico sin amigos y que debe sobrellevar la diferencia como mejor pueda. Un alumno en un situación difícil y desamparada al que padre Flynn presta una atención especial, quizá demasiado especial. Será su profesora de historia, la hermana James (Amy Adams), quien hará saber a la directora sus sospechas ante la impropia actitud del sacerdote con el muchacho.

Sin ninguna prueba tangible, la hermana Aloysius comenzará a presionar al sacerdote para que confiese y a la madre del muchacho (Viola Davis) que prefiere obviar un asunto tan incómodo en beneficio de su hijo que "solo tiene que aguantar hasta junio". Dos monjas, un sacerdote y una madre que se mueven en la escala de grises que pinta una trama perfectamente sujeta sobre los cuatro pilares que suponen estas cuatro grandes interpelaciones.

"¿LO HIZO O NO LO HIZO?"

Para su propósito, que no es otro que el espectador salga de la sala con una única pregunta en la cabeza: "¿Lo hizo o no lo hizo?", el director se sirve de una historia en la que, dados los antecedentes que acuden a la mente de todos, el público tiende a tomar partido rápidamente. "No me interesaban especialmente los escándalos de la Iglesia, lo que quería era buscar una situación polarizada en la que la mayoría de la gente no dudaría en condenar a una persona, para luego presentar esos mismos al público bajo un prisma diferente", asegura John Patrick Shanley.

"Decidí escribir una obra que aludiera a que no podemos estar totalmente seguros de nada. Quería explorar la idea de que la duda tiene una naturaleza infinita, que crece y cambia, mientras que la certeza es un camino sin salida. Cuando hay certeza, se acaba la conversación", apunta el director que asegura que "lo más importante" a la hora de concebir tanto la obra de teatro como la posterior película fue despertar en el público la contradicción interna, "ese sentimiento de duda".