Con un divertido bis del tema New York, New York! concluyó el sábado, en el Paraninfo, el concierto de clausura del Taller de Canto para cantantes y pianistas acompañantes, impartido desde el pasado día 1 por los profesores Suso Mariategui y Edelmiro Arnaltes, a iniciativa del Aula Wagner del Vicerrectorado de Cultura de la Universidad de Las Palmas y del Conservatorio Superior de Música de Canarias (en cuyas dependencias se desarrollaron las sesiones lectivas). El Taller fue posible gracias al mecenas Antonio Cruz-Mayor, cuyas aportaciones y apoyos al mundo de la cultura, el arte y la ciencia son justamente admirados. Su devoción por Alfredo Kraus motivó la dedicatoria de esta iniciativa didáctica al inolvidable artista grancanario, pocas semanas antes el décimo aniversario de su fallecimiento. Así lo hizo constar el mecenas durante unas palabras previas al concierto, compartidas con el director del Conservatorio, Sergio Alonso, y un miembro del Aula Wagner (que concluía así su Curso 2008/2009).

Final festivo para un duro trabajo de perfeccionamiento técnico y decantación estilística de los catorce cantantes y cinco pianistas admitidos al Taller, procedentes de muy diversos puntos insulares, nacionales e internacionales, también diferentes en el nivel de sus medios y su arte interpretativo. Excluida una por afección pasajera, las voces escuchadas llevaron al Paraninfo sendas muestras de su disciplina en la ópera y en la canción de concierto (lied). El largo programa se hizo corto para el público, que con frecuencia manifestó cálidamente su complacencia.

Entre las voces femeninas destacaron las sopranos de coloratura María Bernardina del Pino, excelente por cantabilidad, fraseo y ornamentación en el aria de La sonnambula de Bellini y en una de las mejores canciones francesas de Liszt; y Arantxa Velasco, impecable de dicción y segura en los sobreagudos de I Puritani de Bellini y En el pinar de Obradors. Fueron espectaculares la pasión expresiva y la amplísima proyección de la rusa Olga Shtreys en dos soberbias canciones de Rachmaninoff y el aria de las joyas de Fausto de Gounod. Cantó en estado de gracia la única intérprete de Wagner, la coreana Soyong Cha, con un Traume de gran sensibilidad y valiente brillantez en el aria de entrada de Elisabeth en Tannhäuser. Asombrosa de registros vocales y teatrales Mónica Pérez en la desternillante parodia belcantista del Candide de Bernstein; y sensual, sugerente el color cremoso de la mezzo Rosa Delia Martín en la Habanera de Carmen. Las sopranos Laura Suárez y Sandra García cantaron bellamente sus partes respectivas.

Entre los hombres descollaron con fuerza el tenor cubano Houari Aldana, auténtico "cañón" en los fuertes sostenidos y arrollador en los agudos desde una impostación natural privilegiada que lució tanto en un lied de R. Strauss como, sobre todo, en el aria de Romeo y Julieta de Gounod, puntos culminantes del concierto; y el barítono ruso Igor Tsenkman, nobilísima voz, llena y timbrada en valores líricos de primera ley, excepcional en su canción de Rachmaninoff y de elegante musicalidad en el aria Per me giunto del verdiano Don Carlo, cantada como un lied (al gusto de Karajan). Los tenores Juan Díaz, Juan Gallego y Guillermo González completaron con dignidad y medios la nómina masculina.

Además del asistente de los profesores, Sergio Montero, fueron muy aplaudidos los talleristas de piano Irini Khamid, magnífica por musicalidad y gran técnica en su muy versátil precisión; el grancanario Ernesto Mateo, desenvuelto, espontáneo y brillante; la luminosa Patricia Rancel y el sobrio Helios López.

Un contagioso Cuarteto de Rigoletto, admirablemente cantado por Velasco, Martín, Aldana y Tsenkman, con Montero al piano, puso broche de oro a uno de los programas líricos más estimulantes que se recuerdan.