Es la crónica de un estreno aplazado. La compañía grancanaria La República estrena en octubre Hamelin, de Juan Mayorga en el teatro Cuyás. Este "juego de ratas" alrededor de la pederastia y de la corrupción política y judicial estaba programado el pasado mes de marzo, tras el ofrecimiento que el Cuyás hizo a la compañía grancanaria para su puesta de largo. Finalmente, el montaje se cayó del cartel por razones presupuestarias; recortes que hicieron de La República uno de los grandes damnificados del sesgo de la oferta cultural que gestiona el Cabildo de Gran Canaria.

Ahora sí es posible. Todo un acontecimiento, según apunta Nacho Cabrera, director de La República. Hamelin es el estreno canario de temporada del Cuyás, además de ser la primera presencia de la compañía en el espacio de Viera y Clavijo. "La compañía tiene un concepto de teatro que no comulga con las formas de producción del Cuyás. El teatro nos ofreció entrar en la producción con cuatro funciones, comenzamos a trabajar hasta que se nos dijo que no había dinero, y a estas hemos perdido unos 18.000 euros en vestuario, decorados. No pasa nada y lo importante es estrenar. Y me quedo con la frase que Mayorga dijo en la entrega de los Max en el Cuyás, que le daban un premio en el teatro que le prohibía una obra", subraya Cabrera.

Además, la compañía ha tenido que recomponer la producción e incluso alterar el reparto actoral "porque no todos con los que contábamos pueden estar". Es el caso de Yanet Sierra, la actriz y cantante cubana afincada en Gran Canaria. Su plaza la ocupa ahora Hermi Orihuela, único cambio en un elenco en el que participan Luisfer Rodríguez, Enma Álvarez, José Manuel Trujillo, Miguel Ángel Maciel y Carmelo Pennica, además de la viola Elena Montelongo.

Hamelin es una obra sobre la pederastia, vertebrada sobre un trabajo policial en el que se busca a un tipo que ha abusado de un niño, al que se detiene y se le aplica el proceso al uso. Nacho Cabrera puntualiza que "nosotros queremos ir más allá, insistir en los juicios paralelos, porque todos los indicios apuntan a que éste es el culpable, pero no existen pruebas que así lo corroboren,... es la sospecha todo el rato en el escenario. A esto lo añadimos con una lectura sobre cómo el poder corrompe, dejamos la puerta abierta sobre la condición de pederasta del propio juez, algo que no está en el texto original", dice.

Es "una obra durísima pero muy poética". La República no fabrica teatro al uso, busca la provocación y la reflexión del espectador, que el público cuestione sobre lo que ocurre en el escenario. Es más, quien asista Hamelin se encontrará con un espacio vacío, más propio de una sala de ensayo que de una noche de estreno "Los espectadores entran al patio de butacas y no se encuentran nada que les indique que asisten a una representación teatral, salvo la luz de trabajo, los actores deambulando, la chelista afinando su instrumento, como una ceremonia, en la que un momento dado se advierte al público que la función va a comenzar", explica el director.

¿Y por qué Hamelin? Nacho Cabrera apunta que "La República siempre ha trabajado con textos que tengan una fuerte carga social, y si no lo tiene, lo inventamos. Queríamos algo nuevo". La compañía había visto este montaje en Madrid y en Chile, ciudad a la que asistieron el pasado año con su anterior propuesta No war cabaret. Según Cabrera, "hablamos con Juan Mayorga para los derechos de autor y nos dijo que los tenía Animalario. Contactamos con ellos y no hubo problema alguno para comenzar a trabajar".

Tras el estreno en el Cuyás, La República proyecta llevar Hamelin a Chile y Argentina, además de ofertar la producción al circuito regional de artes escénicas.