Con el cartel de 'No hay entradas' colgado en el Auditorio Alfredo Kraus, Zubin Mehta sublimó ayer a Brahms hasta el umbral de posibilidades que este término es capaz de contener en la interpretación musical al frente, en su segundo día, de la secular y legendaria Staatskapelle Dresden (la Orquesta Estatal Sajona) con un programa dedicado en exclusiva al así llamado el más clásico de los compositores románticos.

Autor particularmente caro al director indio, Mehta siempre se ha sentido radicalmente atraído por el endiablado ejemplo que Brahms representa de diálogo e integración entre la perfección arquitectónica de la estructura formal de sus obras -un tributo a los clásicos- y la rabiosa libertad creativa propia del espíritu romántico. Buena prueba de este tour de force que Brahms organizó consigo mismo fue el programa de ayer. La Staatskapelle Dresden comenzó por la Obertura Trágica, para luego acometer las Variaciones Haydn, obra inicialmente escritas para dos pianos pero luego adaptada también para orquesta. Y cerró el programa con la Sinfonía nº 4.

Mehta bordó su exaltación de Brams. Y lo hizo, por lo demás, al frente de una orquesta con una altísima carga de significación en la historia de la música culta y que, como es sabido, atesora un elenco de directores casi de mareo: desde Carl Maria von Weber y Richard Wagner en el XIX, hasta Richard Strauss y Karl Böhm en el XX. Como se dice, el todo Las Palmas de Gran Canaria, que acudió de nuevo al Auditorio -como el primer día de Mehta y la Staatskapelle- pudo constatar de sobra la magnitud de autor, director y orquesta.