- Houari Aldana, nombre de batalla. Pero ¿qué nombre es ése?

- Es un nombre argelino, concretamente el de Bumedian. Nací cuando el presidente de Argelia visitaba Cuba y era allí más popular que una estrella del rock. El fervor revolucionario del momento me unió para siempre a un nombre que es un problema, porque son raros los documentos de mi vida que no tuve que repetir dos y más veces por errores denominativos.

- ¿Cuándo y por qué salió de su país?

- Es una pena que se conozca tan mal lo que allí se hace culturalmente, que es mucho y bueno. Pero todo queda fronteras adentro y si deseas trascender, has de salir. Creo que la ambición internacional es buena para la propia imagen del arte cubano. Cuando vine a Lanzarote, en 2007, ya era, desde 2001, primer solista de la Ópera Nacional de La Habana, y había cantado innumerables tenores protagonistas de zarzuelas cubanas y españolas, que allí gustan mucho, y de óperas de Mozart, Rossini, Donizetti, Verdi y otros. Sentí la llamada de Europa y no tuve problemas para venir.

- ¿Por qué a Lanzarote?

- ¿Y esto de cantar Wagner casi de repente, nada menos con tres célebres y difíciles escenas para tenor lírico de El holandés errante, Lohengrin y Los maestros cantores?

- Pues hay quienes creen que Wagner no sabía escribir para las voces...

- No saben lo que dicen. Tienes que estudiar y profundizar muchísimo para entrar en su vocalidad, en sus exigencias, pero sabía perfectamente lo que quería de las voces. Difícil sí es, y mucho. A mayor nivel de exigencia, más horas de estudio, mayor sacrificio y esfuerzo, pero esa música es tan bella que siempre te mejora como cantante.

- ¿Es tan grande el sacrificio, u ocurre que a los tenores les gusta dramatizar?

- Son numerosos los días que me levanto a las ocho y media de la mañana, me pongo a estudiar al piano, escucho una y otra vez a los grandes cantantes del pasado con mi tipo vocal; después vocalizo, repaso repertorio, voy a clase y, cuando me doy cuenta, ya son las diez de la noche.

- ¿Es la rutina de todos los días?

- Casi. El estudio vocal tiene un mínimo de seis horas diarias, pero hay que sumarles las del estudio intelectual y los ejercicios físicos imprescindibles. Ahora bien: abro la boca, empiezo a cantar Wagner, me sumerjo en su mundo metafísico, mágico, mitológico, y todo el esfuerzo queda recompensado. Curiosamente, he descubierto que su construcción melódica es muy similar a la del belcanto. La diferencia formal está en el cromatismo, la armonía, el tratamiento orquestal. Un tenor tan típicamente lírico como Nicolai Gedda cantó un Lohengrin sensacional.

- Su saber es increíble, me han enseñado muchísimo y conmigo se portan como auténticos padres. Les debo tanto en mi formación y en mi vida, que me emociono con solo mencionarlo.

- ¿Cómo y cuándo fue ese encuentro?

- Participé en Tenerife en un certamen sobre Carmen y la pianista del Coro me aconsejó quedar unos días porque esperaban a un maestro del que podía aprender mucho. Así conocí al tenor Mariategui, hace un año, no más. Le canté el aria de los nueve 'do' de pecho de La hija del Regimiento y reconoció que tenía experiencia y conocimiento, pero había que trabajar y corregir cosas. Me presentó a Arnaltes y decidieron darme clases con absoluta generosidad. Me dijeron: "Usted ya puede hacer una carrera internacional de segundo nivel; si quiere el primer nivel, tendrá que trabajar muy duro". Desde entonces no he parado de aprender y de admirar su gran cultura.

- ¿Le hace falta una oportunidad como la que acaba de tener Jorge de León en el Real de Madrid, que sustituyó con éxito a Marcelo Álvarez en Andrea Chenier?

- Eso sería estupendo. Estoy en condiciones de cantar de ahora para después un Tamino, un Edgardo, un Nemorino, un Alfredo Germont, un Tonio... y me haría feliz, aunque es un rol muy breve, el tenor italiano de El caballero de la rosa de Strauss, que figura en las temporadas próximas del Real y de Amigos Canarios de la Ópera.

- ¿Le asusta enfrentarse a Wagner en el concierto de mañana, junto a dos expertos internacionales como son los conferenciantes Werner y Metina Radach?

- Si me asustase no cantaría. Está bien que te preocupes, y hasta un puntito de nerviosismo, pero con miedo no saldría a escena.

- Kraus es el paradigma y Kaufmann el ideal, como gran cantante de ópera y no menos grande intérprete del lied alemán. Cantar lieder es fundamental en la formación de un tenor lírico y en esto también recibo de mis maestros Mariategui y Arnaltes un saber total. Mañana, además de Wagner, cantaré tres lieder de Strauss. Mehta recomendaba a todas las voces del Met neoyorquino una inmersión en el lied...

- ¿Volverá a Cuba?

Tenor apasionado y racional a la vez, artista temperamental e inteligente, está dotado de una impostación brillante y un agudo deslumbrador. Mañana canta Wagner y Richard Strauss en el Paraninfo, después de la conferencia de Metina y Werner Radach sobre la evolución musicoteatral de El Anillo del nibelungo, desde su estreno en 1876 hasta la producción valenciana de La fura dels Baus en 2009?