El 'rey' de la rumba catalana, que el pasado 4 de marzo recibió el premio 'A Toda Una Vida' en la XIV edición de los Premios de la Música, contestará a las preguntas de los lectores hoy a partir de las 19.00 horas -las 18.00 en las Islas Canarias-.

Peret nació en Mataró en 1935, pero se crió en el barrio barcelonés de El Raval. Desde que en 1947 debutara con su hermana Pepita sobre las tablas del Tívoli barcelonés han pasado más de seis décadas de alegría repartida a manos llenas y de ascendiente sobre varias generaciones de artistas: de los Amaya a Estopa y de Las Grecas a Macaco.

Su aprendizaje se desarrolló en la calle y los mercados, donde acompañaba a su padre, tratante de textiles al que todo el mundo conocía como 'el Mig Amic'. Así titularía Peret uno de sus temas, un tributo a su padre que, en palabras de Manuel Vázquez Montalbán, es la mejor canción de la 'nova cançó' catalana.

El niño tenía una vocación musical desconocida hasta entonces en su familia y pronto la guitarra se convirtió en su sombra y su innato gracejo le fue colocando más cerca de las juergas rumberas que del mercadeo de paños.

Igual que a Bob Dylan, a Peret le cambió la vida un accidente de moto que tuvo a los 16 años, y desde entonces comenzó una carrera artística plena. Llegarían las actuaciones en el Teatro Victoria del Paral·lel con sus fieles palmeros, los primeros singles, el traslado a Madrid y la inmensa popularidad de los años 60 y 70.

'Una lágrima', un éxito

Era una época en que los pinchadiscos de las discotecas apartaban un espacio para sus rumbas. De 1968 data el álbum 'Peret', que incluía éxitos como 'Una lágrima', 'El gitano Antón', 'Amor a todo gas', y que fue incluido por la prestigiosa revista 'Rockdelux' en la lista de los 100 mejores discos españoles del siglo XX.

En 1974 alcanzó la cima de su popularidad representando a España en el Festival de Eurovisión con 'Canta y sé feliz'; poco tiempo antes, su tema 'Borriquito' había sido número 1 en España, Holanda y Alemania.

En los 80 vivió entregado al evangelismo y más tarde a la superación de una grave enfermedad. Peret regresó en los 90 y hasta hoy sigue grabando y cuidando un legado que tiene continuidad. Como muestra el disco de homenaje editado por Chewaka en 2000, donde hay remozadísimas versiones de sus éxitos en compañía de admiradores de las nuevas generaciones: Ojos de Brujo, Los Enemigos, Fermín Muguruza, Amparanoia y David Byrne.

En 2009 regaló un repaso a melodías que marcaron su infancia, como 'Rascayú' o 'María de la O', en el disco 'De los cobardes nunca se ha escrito nada'.