"Cuídenmelo mucho". La frase es de María Mérida. Su objeto, Jerónimo Saavedra, "uno de mis dos grandes amigos de esta ciudad, junto con Juan Rodríguez Doreste". La cantante, arropada por excelentes músicos y con el telón de fondo del estucado barroco del Salón Dorado del Gabinete Literario, arrulló con su voz los temas que se incluyen en su último disco, Luna Canaria (Discos Acentejo), casi todos boleros, casi todos de hace 50 años.

La tarde estaba ayer fresquita, con ese virujillo leve que hace agradable ponerse una rebeca. A eso de las 20.00 horas, el alcalde Jerónimo Saavedra se bajaba de su coche oficial, en el paso de peatones frente al Gabinete, y enfilaba decidido hacia las escaleras del edificio modernista. En el Salón Dorado ya esperaba el público, muy puesto, con la colonia de los domingos y con ganas de pasar un rato agradable escuchando buena música.

La presentación del acto corría a cargo del músico y empresario Enrique Mateu, que hacía un recorrido por la vida de la cantante herreña. "Ya con doce años ganó su primera distinción". Muy precoz y muy preparada, ya que a los 21 se marchaba a Madrid a estudiar canto. No en vano, Saavedra, melómano confeso, destacaba que "María sabe manejar lo que tiene en la garganta".

Premio Canarias de la Música, entre otras muchas distinciones, María Mérida ha cantado en el Teatro Español, en el María Guerrero de Madrid y ha sido amiga personal de leyendas como Alfredo Kraus, pero si algo destaca de su biografía, cosa que no es muy conocida, es su etapa en Hollywood. Allí hizo amistad con personajes de la talla de Gilbert Roland.

Pero es en las islas ("las quiero a las ocho por igual"), donde ha hecho su carrera, donde se la ha reconocido como "la voz de Canarias", según palabras de Mateu. Por eso, Saavedra especificaba que "cuando nos planteamos los actos para la candidatura de la Capitalidad Europea de la Cultura 2016, tuvimos claro que esta presentación encajaba a la perfección, porque María es historia de esta ciudad".

Para abrir boca, la cantante, nacida en Valverde en 1925, se entregó con Luna canaria, la canción que da nombre a su último trabajo, y que cantó con el buen gusto que le caracteriza, sin gritar, en un susurro grave y envolvente, como si de una nana se tratase.

En el ínterin, unas palabras para agradecer el calor del acto y del público, y Murió la perla. En la segunda fila de los músico, uno de ellos recreaba el sonido del mar, mientras las luces cambiaban las formas de la decoración del Salón. "En el fondo del mar, nació la perla". Primera frase y una señora, a la derecha, con la lagrimilla incipiente.

Y es que María hace lo que quiere con las notas, son parte de ella. No en vano, como recordaba Mateu, que se ha atrevido con el jazz, en el Festival Bimbache que se celebra en El Hierro.

Una profesional, que adora el escenario y se mete en el papel desde el minuto cero. Y un acto que puso la guinda a un día dedicado a recordar que somos europeos.