Arturo Cantero Sarmiento recupera en su última obra, Memorias de la prisión de Cáceres (Centro de la Cultura Popular Canaria), los excesos de la represión franquista contra los sospechosos de oponerse al régimen, a través de los 119 casos que conoció en esta cárcel extremeña.

El escritor grancanario presentó ayer, en el Club Prensa Canaria, acompañado del historiador Sergio Millares Cantero, este libro que surgió a finales de noviembre de 1962 cuando el Partido Comunista dio la consigna de que cada preso político escribiera una pequeña biografía sobre su caso. "En ese texto", señaló Cantero, "se incluyeron los motivos de las detenciones y las condenas, para enviarlas fuera de España y que se supiera lo que estaba pasando en el país". A continuación, el autor ha incluido "el recuerdo que tengo de cada uno de ellos, cómo lo traté y en qué circunstancias".

Cantero ha estructurado la obra con un listado de nombres, procedencias y una parte amplia en la que cada preso cuenta sus circunstancias y en la que se realiza la denuncia. El escritor recuerda que, en su caso en concreto, la detención se produjo porque la actividad principal de Canarias Libre fue una pintada gigantesca en el viejo Estadio Insular en vísperas de un partido de fútbol importante.

"La policía no pudo borrar aquello y tuvo una repercusión enorme", aclara, "me hicieron un juicio sumarísimo y me condenaron a cuatro años de prisión". Cantero fue condenado junto a Fernando Sagaseta, principal inculpado, Armando León Herrera y Andrés Alvarado Janina, aunque "se mandaba a los presos a distintas prisiones, según la cuantía de la pena", y por eso Sagaseta fue a Burgos. Sin embargo, un hecho casual, el fallecimiento de Juan XXII y el nombramiento de Pablo VII, hace que se produzca un indulto y se reduzcan sus penas. Cantero recuerda que los juicios sumarísimos "eran un pitorreo porque no eran ni juicio ni nada", que se producían una serie de barbaridades en las comisarías y centros de la Guardia Civil, "hasta el punto", recuerda, "de que cuando a mí me hicieron el registro, éste fue de tal violencia, que mi mujer perdió el hijo que llevaba en las entrañas", pues la consigna era hacer el mayor número de destrozos posibles.

Cantero también recuerda como monstruoso lo ocurrido a Manuel Benito Bello. "La policía confeccionó un documento falso, que era un octavilla disparatada, y lo dejó en su farmacia. Cuando el Tribunal de Orden Público descubrió que las pruebas eran falsas, nos absolvieron". Pero Bello estuvo 40 días en la cárcel y perdió el empleo y los honorarios.