A las series televisivas les han salido unos hermanos menores imaginativos y dinámicos. Las web series, exclusivas para internet, se han convertido en un verdadero banco de talentos y en un enganche para los más jóvenes, que siguen con avidez las peripecias de sus personajes. Lo que comenzó siendo un juego, un experimento para aquellos que querían contar historias y no tenían el beneplácito de una cadena de televisión, es ya un género autónomo y consolidado, en el que han desembarcado las grandes productoras. La semana pasada comenzó a emitirse Chachoké, una producción canaria que se suma a la variada oferta del género.

Las web series tienen su propio formato y una estética plenamente reconocible, con episodios cortos que duran aproximadamente cinco minutos. Los presupuestos varían mucho, aunque prima la austeridad. Hay, no obstante, superproducciones como The cell, de la Fox, que, como varias de estas producciones tiene su propio canal de reproducción. También las hay que se pueden descargar en teléfonos móviles.

Algunas web series muy exitosas han conseguido dar el salto a la televisión. Es el caso de Qué vida más triste, que llegó a convertirse en todo un fenómeno de masas en la web, algo que no pasó desapercibido para los directivos de La Sexta, que la rescataron para su televisión. La versión televisiva no se ha alejado de la estética original, con el austero lenguaje visual característico de estas producciones.

A medida que las series se han ido sofisticando y profesionalizando se ha planteado un problema. Si se pretende continuar en este crecimiento cualitativo, hay que hallar fuentes de financiación. No hay en este sentido una varita mágica, pero una serie como Malviviendo, quizá la española más conocida, arrancó con un capítulo inicial que costó apenas 40 euros. Esta producción, que está siendo homenajeada estos días en el Festivalito palmero, incorpora en su web la posibilidad de efectuar donativos que permitan sufragar el coste de los rodajes.

Algunas web series consiguen patrocinadores o son lanzadas directamente con el apoyo importante de una casa comercial, aunque estos casos son los menos. Después está el supuesto, como la citada The cell, de aquellas realizadas directamente por una productora importante, en este caso la Fox, que decide probar suerte en este segmento del entretenimiento. Los autores recurren también al merchandising y a todas las sinergias que puedan generar recursos, que en internet son muchas, para viabilizar sus proyectos.

A medida que el ordenador va perdiendo su hegemonía como interface para acceder a Internet, las web series se enfrentan al reto de adaptarse a distintos formatos. No es lo mismo una pantalla de un PC de sobremesa de 19 pulgadas que un teléfono móvil, cada una prima un tipo de imagen con características diferentes. IPads, celulares, portátiles... En una ventana u otra, las web series están aquí para quedarse.