Cuatro expertos en Shakespeare recrearon ayer, en el Paraninfo de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, algunas de las obsesiones que aparecen en el mundo del dramaturgo inglés.

El acto, que se encuadraba dentro de las jornadas Descubriendo a Shakespeare que organiza la Universidad de Las Palmas, junto al teatro Cuyás y el teatro Pérez Galdós, estuvo moderado por el periodista y crítico Guillermo García-Alcalde, y contó con las presencias del psiquiatra Juan Antonio de la Nuez, con el tema de la locura; el filólogo Christian Santana con el amor; el alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, Jerónimo Saavedra, con el poder, y la catedrática de Musicología, Rosario Álvarez, con la música.

Durante la presentación, García-Alcalde recordó la importancia de la obra de Shakespeare como espejo del alma humana.

El periodista Salvador García Llanos leyó un texto de Jerónimo Saavedra, que no pudo asistir al encontrarse en Madrid, en donde recordó que si bien Shakespeare presentaba siempre la doctrina anglicana de la obediencia incondicional al rey, existen matices contrarios como los que aparecen en Julio César.

Rosario Álvarez recordó como, en tiempos de Shakespeare, la música formaba parte del teatro. Así, las trompetas daban las entradas y salidas de los personajes y los tambores se utilizaban para imitar la tempestad y otros efectos y añadió que "dentro de la propia obra teatral, Shakespeare insertaba números musicales que no eran meros adornos". Christian Santana destacó cómo en Shakespeare el amor nos domina hasta cegarnos, pero añadió que todo desde un subjetivismo y una ambigüedad, "en su continua insistencia por cuestionarnos todo". Finalmente, el psiquiatra Juan A. de la Nuez hizo un estudio psicopatológico de algunos personajes shakesperianos y destacó que Hamlet "es más una locura cuerda", ya que Freud lo pone como representante del complejo de Edipo y Vallejo Nájera como un loco ilustre. El acto lo cerró la Camerata for Shakespeare, dirigida por Ulrika Törnros, con un programa con autores destacados de cinco siglos.