Su paso por los pabellones de la Colina de Chopos lo unió a las Islas. A partir de 1926 ocupa una plaza en el instituto de Las Palmas de Gran Canaria (del que llegará a ser director) tras obtener en Madrid el grado de catedrático de Historia Natural y Fisiología e Higiene. Elige Gran Canaria por la influencia de los Melián (Juan y Agustín) y de los Hernández Guerra (José Domingo, Francisco y Manuel), compañeros todos ellos del centro de la Institución Libre de la Enseñanza. El vínculo con el Archipiélago se estrecha más tras contraer matrimonio (1927) con María Dolores Melián, hermana de Juan y Agustín. Gonzalo Pérez Casanova será como Fernando Fernán Gómez en La lengua de las mariposas, la película de José Luis Cuerda: el maestro que abre caminos a sus alumnos.

Antes de llegar a Gran Canaria había dado clases en el Instituto-Escuela de Madrid, dependiente de la Junta de Ampliación de Estudios. El empeño por formar a los profesores en el extranjero lo lleva, gracias a una beca de la Junta, a Ginebra, donde trabaja con el profesor Chodat. Conoce la carnicería de la guerra en el desastre de Annual, donde los adscriben a los servicios sanitarios. Ya en Canarias, en 1931, es elegido (se presenta como independiente) concejal por el Ayuntamiento, y posteriormente consejero del Cabildo. Su presencia como representante del Estado en la clausura del colegio de los Jesuitas será una sentencia de cara a la historia venidera.

"Y nada más. Sinceridad y conciencia. Toda mi trayectoria de 11 años de vida profesional y algunos meses de vida política en la ciudad es andadura de bien al prójimo, de hondo sentido humano, con olvido de ofensas recibidas", extrae su hijo Gonzalo Pérez Melián de la defensa de su padre, en 1937, contra su depuración como catedrático. No volverá a recuperar su estatus público hasta 1941, pero será en Torrelavega, lejos de la familia. "Papá nunca va a suplicar al régimen para que le den su plaza de catedrático de Instituto. Él lo único que hace es presentar el pliego de descargo", afirma Pérez Melián, profesor titular de Química y secretario general de la ULPGC (1986-1998).

Tras el destino de Torrelavega consigue un traslado al Instituto Femenino de La Laguna y en 1942 al de Santa Cruz de Tenerife. Los problemas de residencia le llevan a pedir la excedencia voluntaria en 1946. Empieza una nueva etapa: ante la demanda de fertilizantes para la agricultura, y los efectos de la Segunda Guerra Mundial en el sector, abre una pequeña industria. Hasta 1961 no volverá a las aulas, al Instituto Femenino Isabel de España.

"Mi padre, que ha estado en la Residencia de Estudiantes, tiene una gran sentido del servicio público, de tal manera que no concibe, en modo alguno, que debe ir a la enseñanza privada una vez que es depurado. Él es ante todo un funcionario de carrera, y se debe a la sociedad, que es en definitiva la que paga su sueldo a través de los impuestos. Es un pensamiento que no se ve mucho ahora", afirma su hijo.

Gonzalo Pérez Casanova fue uno de los tantos españoles del exilio interior que vivió pendiente de la Segunda Guerra Mundial, de la suerte de España según fuese el bando ganador. "Yo todavía me acuerdo, aún niño, cuando vuelve del exilio el doctor Valle Benítez (a principios de los 50) y mi padre me coge de la mano y me lleva a su casa de Las Canteras, y yo me siento allí con todos aquellos señores. Hasta muchos años después no entendí para qué me llevó: era para pasar desapercibido, para despistar", señala el profesor Gonzalo Pérez visiblemente emocionado.

La huella de la Residencia no se desvanece pese a los avatares políticos que afectan a su carrera profesional. En el año 1968 es su hijo Gonzalo quien tiene que trasladarse a Madrid para hacer unos cursos en la Junta de Energía Nuclear, y tiene que residir en el edificio de la Colina de Chopos, ya en su etapa dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Gonzalo Pérez recuerda cómo se cruzaron dos épocas: "Al llamarlo por teléfono, después de los cursos, hablábamos un poco y él me daba información sobre los lugares de la Residencia, los sitios que él frecuentaba, los salones, las habitaciones, y me preguntaba por los cambios. Nunca olvidó sus años allí, en Madrid".