El antiguo Cine Avellaneda aflora en el gris cemento que reviste la fachada del Teatro Guiniguada. Los trabajos de rehabilitación de este espacio escénico, que emerge en la esquina de la calle Herrería con la plazoleta Mesa de León, en Vegueta, que se retomaron en marzo de 2010 tras una década de laberintos administrativos y judiciales y fases de obra interminables, han traído de vuelta al presente el espectro fílmico de los años 40 y 50 del pasado siglo, cuando el Avellaneda era uno de los grandes templos del séptimo arte en la capital grancanaria.

Como fantasmas del ayer, los rostros de Clark Gable y Jean Harlow, protagonistas de Mares de China (1935), producción estadounidense dirigida por Tay Garnett; y de Claudette Colbert, actriz estelar de Regresaron tres 1950), cinta de Jean Negulesco, afloran sobre el papel gastado en el hueco que el frontis reservaba a los estrenos de cartelera. Igualmente, otros ininteligibles y castigados por el paso del tiempo a modo de collage fruto de las sucesivas pegadas.

El descubrimiento da pie a recuperar la historia de un inmueble que nació como cine con un aforo de 725 localidades distruidas entre las 454 habilitadas en el patio de butacas, y otras 288 en su anfiteatro, y que tras su reinauguración, prevista para mayo de 2011, volverá ser cine una vez que Filmoteca Canaria regrese a la que fuera su casa desde que en 1986 el Gobierno canario se hiciera con la propiedad del edificio. La directora de Filmoteca Canaria, María Calímano, desconocía ayer el hallazgo, aunque mostró su interés por recuperar esta cartelería antigua como patrimonio del ahora Teatro Guiniguada. "La idea es que el Teatro sea la sala oficial de Filmoteca Canaria", dijo ayer Calímano. Y seguirá habiendo cine con un aprovechamiento del espacio que se diseñó inicialmente como cine de planta triangular y se reconvirtió en espacio escénico multiusos.

Estreno

La fisonomía exterior que imprimió al proyecto arquitectónico diseñado por Antonio Cardona Aragón en julio de 1938 no se ha visto afectada con el paso de los años. El inicial Edificio Avellaneda, que antes de funcionar como cine acogía en sus bajos establecimientos comerciales hacia la mitad de la década de los años 40, emergía como un coloso con seis plantas de altura.

Sin haber construído la totalidad de su estructura, algo que no llegaría hasta la década siguiente, en julio de 1946 la ciudad se engalanaba para ver en pantalla grande a Loretta Young y Conrad Veidt, la pareja de actores de Los hombres que la amaron (1941), de Gregory Ratoff, eso si después de visionar, sin derecho a réplica, el NO-DO, y un surtido animado de Popeye. El Avellaneda sería con los años, la pantalla de galanes, amoríos, venganzas, tiroteos y aventuras, hasta que el negocio dejo de serlo al filo de los años 80, para ser la casa común de Filmoteca y teatreros.