La música clásica a través de compositores y piezas de cabecera del gran repertorio, y su interpretación para público en edad escolar y familiar, es el fundamento del Joven Festival, el apéndice pedagógico del 27º Festival de Música de Canarias. La Orquesta Sinfónica de Las Palmas bajo la dirección de Pascual Osa y con Fernando Argenta de conductor y presentador, el auditorio Alfredo Kraus recibe este domingo, a las 12.00 horas, un espectáculo con obras de Mozart, Bizet, Rossini, Offenbach, Chaikovski, Strauss y Williams, para inculcar a los clásicos a las nuevas generaciones. Argenta, con una dilatada trayectoria en la materia, celebra que el Festival canario haya cubierto en esta edición una asignatura pendiente.

- Le toca conducir el concierto de clausura de este Joven Festival que nació este año para captar nuevos públicos y fidelizar a niños y jóvenes con la música clásica.

- Era algo que echaba en falta en el Festival de Música. Con el anterior director, Rafael Nebot, con el que tenía mucha amistad, alguna que otra vez y en broma, le tiré de las orejas al decirle que cómo es que no se programaban conciertos para el público joven. Lo cierto es que en este Festival tan estupendo, al que he estado vinculado siempre, me daba pena que no se tuviera esa atención con los chavales, y mira por dónde ahora con Candelaria Rodríguez ha surgido esto y estoy encantado de ser uno de los invitados.

- ¿Cómo diseña un espectáculo de esta naturaleza teniendo en cuenta el público para el que está destinado?

- Es una fiesta. Cuando me plantean hacer un concierto pedagógico, didáctico, siempre digo que hablamos de un evento pedagógico en tanto en cuanto los chavales entran a un concierto, escuchan una música estupenda tocada por una orquesta maravillosa. Y si a la salida dicen: ¡qué bien me lo he pasado, quiero ir a otro concierto!, estamos en el primer peldaño. En cualquier caso, esto un concierto individual y no un ciclo de conciertos para escolares, y lo que pretendo es que sea festivo y familiar, que todo el mundo participe, al estilo de El conciertazo que hacía en televisión.

- La elección de autores y repertorio condiciona el concierto, e incluso se incluye algún gancho más popular como la banda sonora de La guerra de las galaxias, de John Williams.

- Claro, y en contra de lo que puedan pensar muchas personas que esto no es música clásica, sí lo es; se trata de una pieza maravillosa y orquestal creada por un gran compositor como es John Williams. Tiene el factor de que los chavales lo conocen, y a lo mejor despertamos su interés. Además, tenemos a un gran director para estos conciertos que es Pascual Osa, con el que trabaje mucho en El conciertazo.

- La programación de conciertos pedagógicos ha entrado en una relativa normalidad con auditorios, teatros y orquestas como la Filarmónica de Gran Canaria que mantienen una programación regular.

- El panorama en España ha cambiado muchísimo. Cuando empecé con todos estos líos no había auditorios, prácticamente no había orquestas con las que trabajar, y las que habían igual no tenían la calidad suficiente, y por tanto los chavales no tenían esta oferta. Hoy en día, los conservatorios están abarrotados, no es extraño ver un joven con un estuche de violín por la calle, hay conciertos para escolares, en familia, la música clásica va entrando como algo normal. Eso sí, no se pretende que sea como el Waka Waka, de Shakira, porque una cosa es música de consumo, que está muy bien, y otra es prepararles para la gran novedad. Lo otro es un tebeo, y la música clásica es la gran novela y que hay que prepararlos para ello. Hay que entrar por los comienzos y no con un ladrillazo. Y ves a algún compañero, no todos la verdad, que riñe a los niños porque hablan, se mueven, y desde luego, esto no anima a los chavales.

- Este tipo de conciertos se presta a distintos juegos escénicos para dar dinamismo a un concierto sinfónico tipo. ¿Qué aporta el teatro a la pedagogía musical?

- Cualquier cosa que no convierta al concierto en un ladrillazo, repito, está muy bien. Hay personas que dan un componente teatral y otros que buscan un divertimento amable. Yo por ejemplo hago de todo, pero lo que más se me conoce es por El conciertazo, que es un espectáculo de música clásica donde los niños intervienen, se disfrazan, actúan, y todo con mucho respeto por las obras. Hay está la obra de Mozart, de Rossini, que se interpretan tal cual, y muchas de ellas son a pelo, sin otras cosas que distraen. Los cuentos musicales están muy bien, pero si cuentas un cuento, los niños no atienden a la música.

- Acaba usted de publicar el libro La pequeña historia de la música, no para de hacer conciertos. ¿Cómo se organiza?

- Estoy que no me llega la camisa al cuello, porque acabo de terminar el libro y estoy con todo lo que implica la promoción, sigo trabajando en unos proyectos de música pedagógica para escolares con muchísimos conciertos, colaboro con una fundación maravillosa que se llama Magistralia, y que se dedica a llevar la música a niños discapacitados, y sobre todo, a ayudar a niños que habitualmente no tienen acceso a la cultura, y yo aporto mi granito de arena.

- Si hubiera que elegir a tres compositores de cabecera cuya música tiene paralelismos con sonidos modernos y que son familiares a niños jóvenes, ¿cuáles recomendaría?

- Pues los niños descubrirían a Bach como pionero del rock, que lo es en piezas como los Conciertos de Brandenburgo, y naturalmente en la música de Mozart, Beethoven,..., hay tanta que les puede enganchar, y de hecho les engancha, lo que no saben ellos, que lo que escuchan es música clásica. Por ejemplo, el himno de Champions League es de Haendel, ¿lo sabía usted?, y eso pasa con muchas cosas.

- ¿Haría falta entonces que estuvieran en un videojuego?

- Pues sí, porque les preguntas si conocen a Rossini, te dicen que no, y cuando les tarareas alguna dicen ¡claro! La música clásica está muy presente en los anuncios de televisión pero nadie dice ni sabe quién es el autor.