La iglesia de Santo Domingo volvió a llenarse la tarde del domingo para escuchar un nuevo programa del Encuentro de Música Religiosa. Los trompetistas Paolo Marchese y Sebastián Gil, italiano y grancanario, con Sergio Alonso al órgano, ofrecieron bajo el enunciado Sonatas da chiesa (Sonatas de iglesia) una selección de piezas barrocas o de inspiración barroca, originales unas, y otras transcritas. Agradable conjunto de himnos, tocatas, motetes y danzas de Bach, Haendel, Antonio Soler, Biber y Gounod, que concluyó con el brillante y no previsto primer movimiento de un Concierto de Vivaldi para dos trompetas. Fue lo más aplaudido, junto al Ave María montada por Gounod sobre el Preludio en do mayor del Libro I del Clave Bien Temperado de Bach, pieza bisada como regalo.

La prestigiosa fórmula barroca del órgano polifónico y la trompeta monódica destiló todo su sabor en la maternal acústica de la parroquia veguetera. Pero el dúo de trompetas añadió mordiente a la vieja combinación, mediante segundas voces alternadas por ambos intérpretes. Con algunas pausas de descanso suplidas por el solo de órgano en piezas sueltas de una Partita bachiana, Marchese y Gil desplegaron sus recursos de embocadura en trompetas de diferente diapasón que permiten una considerable gama de alturas, colores y matices, desde los graves carnosos y nobles hasta los luminosos agudos de la trompeta dieciochesca. El dúo fue muy bien reci-bido por el público, que gustó de la afinación, musicalidad y redonda emisión de los intérpretes, excelentes profesionales.

Nada digamos del versátil Sergio Alonso, cuya responsabilidad como director del Conservatorio Superior de Música de Canarias no inhibe su curiosidad por todas las formas de producción sonora ni su disponibilidad para la interpretación. De la calidad del órgano de Santo Domingo, con su puesta a punto de hace pocos años, nada que añadir salvo que ya precisa la revisión de alguna nota destemplada. Es la eterna servidumbre de estos complejos y delicados instrumentos.