En los próximos días, el Club La Provincia acogerá una amplia exposición de la pintora canaria Cristina González Poch (Las Palmas de Gran Canaria, 1976) con una temática única y absolutamente ligada al café, una visión muy personal de esta artista plástica que, como ella misma confiesa, cuando decide volcarse con un tema en concreto, lo "exprime" hasta la extenuación, hasta que sus pinceles han dicho casi todo lo que se puede decir del mismo.

Si atendiéramos a su actividad profesional, gestora de establecimientos hoteleros, podríamos pensar que Cristina G. Poch es una aficionada más a la pintura, que utiliza su escaso tiempo libre para crear cuadros impulsivos, de trazo fuerte y decidido, ricos en matices cromáticos, producto únicamente de su inspiración y de su talento natural... Pues algo hay de cierto y otro tanto de tópico: Cristina es una pintora "de academia", es decir, una titulada en Bellas Artes por la Universidad de La Laguna, una artista multidisciplinar que expresa sus emociones tanto a través de la pintura como de la escultura, alguien que reconoce vivir totalmente ajena a las tendencias artísticas y que solo obedece a su instinto y a ese extraordinario don que le permite plasmar con fluidez y energía una luz, un contraste, unas formas, una idea o un pensamiento.

Precisamente este "vigor" natural es el que caracteriza su proceso creativo. Cristina mantiene unos preceptos básicos a la hora de afrontar cada una de sus obras: espontaneidad, fuerza y contraste. Y es algo que salta a la vista nada más contemplar su obra: trazos fuertes, directos, osados, fondos apenas esbozados con figuras expresivas, un figurativismo casi salvaje, al servicio de una paleta rica en matices y de unos pinceles que, como reconoce la pintora, nunca limpia antes de terminar un cuadro; prefiere que un color le lleve a otro, que un matiz provoque el siguiente, que la luz natural (siempre pinta bajo la luz del día) le permita inundar de color sus obras...

Y es que no puede negar quien fue su maestro, de quien se reconoce deudora. Cristina González Poch es aquella niña con la que el maestro Miró Mainou hizo una excepción, a la que permitió acudir a sus clases donde solo se admitían adultos, la que, años después, reconoce la influencia fundamental del maestro en su obra, la que, en cada cuadro, rinde homenaje a uno de los grandes de la pintura en nuestras islas. Nadie como él, reconoce Cristina, "encaminaba un cuadro con una única pincelada".

En los últimos días de mayo y primeros de junio tendremos la oportunidad de admirar la magnífica obra de esta pintora que tan poco se prodiga (su última exposición data de 1991), aunque en este intervalo ha realizado la mejor de sus obras, Diego, un vivaracho "pintor" de tan solo cuatro años que ya emborrona lienzos sin parar.

Una exposición que es todo un homenaje, profesional y sentimental, al mundo del café, que va mucho más allá de la taza que nos llevamos a los labios. Los procesos de plantación, de recolección; los esforzados campesinos, la mirada limpia y sincera de quienes, cada día, llevan sus cuerpos al límite de la resistencia para que la pureza y el aroma del café llegue a nuestros hogares tal y como se produce en las lejanas tierras donde se cultiva.

Le invitamos a dar un paseo por el mundo del café, por esta exposición denominada Coffee Collection donde Cristina González Poch refleja tantos y tan diferentes instantes. Estamos seguros de que podrá hasta percibir el olor a café en las obras expuestas.. No se extrañe, algunos están realmente pintados con café.