La escritora, ensayista y periodista tinerfeña María Rosa Alonso Rodríguez, falleció en la madrugada de ayer sábado en el municipio tinerfeño de Puerto de la Cruz, a los 101 años de edad. La incineración de la escritora tuvo lugar ayer por la tarde en la intimidad y sus restos serán esparcidos en Punta del Hidalgo, en La Laguna.

Alonso, que era natural de Tacoronte, fue una de las intelectuales más importantes de Canarias durante el siglo pasado y su figura resulta imprescindible, no sólo en los aspectos puramente filológicos y literarios, sino para la normalización de la mujer en aspectos que tenía vetados.

Alonso fue una de las primeras mujeres que logró publicar artículos de política en un periódico durante los años 30, cuando el papel de éstas estaba relegado a temas de poesía o de cocina, y por este motivo firmaba bajo diversos seudónimos para que no la reconocieran. También fue una de las primeras universitarias canarias e hizo todo lo posible para que los estudios literarios de las Islas se hicieran en un contexto hispánico y europeo.

Además de sus colaboraciones en la prensa, destacan sus trabajos de crítica literaria, que abarcan tanto el Renacimiento español como el Siglo de Oro, el Romanticismo y el Modernismo. Alonso abordó la literatura canaria con brillantes trabajos sobre Viana, Cairasco, Guillén Peraza, los Iriarte, Viera y Clavijo, Victorina Bridoux, Dulce Mª Loynaz, y los referidos a los escritores del XIX y XX, y sus vastos conocimientos del idioma español la llevaron a escribir en ediciones sobre ortografía.

María Rosa Alonso nació el 28 de diciembre del año 1909, justo en el momento en que en España la primera mujer entrada en la Universidad y sus primeros años transcurrieron entre Tacoronte y Guamasa donde su madre ejercía el magisterio.

En 1919, la escritora se traslada a La Laguna, en donde cursa, de 1921 a 1927, sus estudios de enseñanza secundaria. En el verano de 1927 aprueba en la Facultad de Derecho de la Universidad de La Laguna las asignaturas del primer curso, que entonces era común con Filosofía y Letras. En 1930, la escritora publicó, en el periódico La Tarde, su primer artículo, que dedicó a Emeterio Gutiérrez Albelo, y a partir de esta fecha sus incursiones en la prensa y en revistas especializadas canarias, nacionales e internacionales, fueron muy prolijas.

Primicias

Aquellas primicias en la prensa insular, ya en vísperas republicanas, son breves ensayos sobre temas de literatura y arte, abordados desde la óptica insular definida por Valbuena, Agustín Espinosa, Juan Manuel Trujillo y los otros redactores de la revista Lo Rosa de los Vientos.

En 1932 fundó el Instituto de Estudios Canarios, en La Laguna, entidad de la que fue propugnadora única. En 1933 marchó a Madrid para continuar sus estudios. Estalló entonces la Guerra Civil y se vio obligada a interrumpirlos en septiembre de 1936. Pasó la guerra en su isla y no será hasta el año 1941 cuando obtenga, de nuevo en Madrid, el título de licenciada.

De vuelta a Canarias, en 1942, comenzó a impartir clases en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de La Laguna, en donde investiga, escribe y sigue publicando. Preparó su tesis doctoral con los profesores Dámaso Alonso y Entrambasaguas, doctorándose en 1948. Un año antes, ganó por oposición la adjuntía de Literatura en la Universidad de La Laguna.

Problemas políticos le obligaron a abandonar la docencia en La Laguna y, en octubre de 1953, emigró a Venezuela. Se instaló en Caracas y allí repartió su tiempo dando clases privadas, escribiendo en la prensa e investigando. En 1958, fue designada profesora de Filología Española en la Universidad de los Andes, en Mérida, Venezuela, en donde impartió clases hasta 1967.

En 1968 regresó a Madrid, donde continuó con sus trabajos de investigación, crítica literaria, artículos en prensa y revistas, y participó activamente en la fundación Politeia, dedicada al fomento y desarrollo de actividades culturales y artísticas. En 1998 volvió definitivamente a la isla de Tenerife donde residía en una residencia.