A veces exteriorizar los sentimientos puede ser una dificultad insalvable para quien no ha practicado ni ha visto practicar esta variedad emocional, como es el caso del melancólico protagonista de Beginners (Principiantes), de Mike Mills, encarnado por el carismático Ewan McGregor. Éste interpreta a Oliver Fields, un diseñador gráfico que se replantea su vida y sus relaciones amorosas a partir del momento en que su padre Hal (Christopher Plummer), de 75 años, le revela, tras más de cuatro décadas de matrimonio, dos noticias tan impactantes como inesperadas: que tiene cáncer y que, además, es homosexual, un hecho que, contrario a lo que pudiera pensarse, acaba por reforzar la unión entre padre e hijo.

Siguiendo una tradición no escrita de filmes que suman comedia, drama y romance, como Tú y yo de Leo McCarey, Beginners también está construido sobre la personalidad de sus dos estrellas protagonistas, arropadas por una corte de secundarios más o menos afines. Se sabe que McGregor y Plummer acabarán entendiéndose y que el crescendo de la película apuntará hacia un cara a cara con sus propios miedos. La novedad está en la presentación temporal de los acontecimientos en varias líneas paralelas que se suceden entre el tiempo presente, el pasado reciente y los años de infancia de Oliver.

En Beginners, Mills se muestra lo suficientemente hábil para captar los matices más delicados, el gesto que se pierde en su propia insignificancia y, con él, los sentimientos. Es el suyo un trabajo muy calculado, sólido y muy amarrado dramáticamente. Filmada con sensibilidad e inusual atención al detalle, Beginners, no obstante, corre el riesgo de pasar desapercibida en esa tierra de nadie delimitada, a un lado, por los aficionados al cine de acción según los patrones mayoritarios, y al otro, por los espectadores con ínfulas más meníngeas. Sería una pena ya que se trata de una película honesta y de difícil transparencia que busca no perturbar la sensación de cotidianidad de la historia.

Terminemos con un tributo al reparto. ¡Qué fácil es hacer este tipo de tragicomedias sobre el temor al fracaso, la angustia ante el futuro, el fin del amor y su reencuentro, relaciones familiares malogradas y relaciones sentimentales recorridas por corrientes subterráneas de afecto y desafecto, soledad y miedo, con intérpretes como Ewan McGregor, Christopher Plummer y Mélanie Laurent! Combinación nada fácil y hasta podría pensarse que reñida, de la que Mills obtiene óptimos resultados: unos extraordinarios -McGregor y Plummer- y otros, muy acertados -Laurent-, pero todos, del primero al último, entregados en cuerpo y alma en unos papeles tan reales como esenciales para comprender que en la vida siempre hay algo que aprender.