La noticia sembró la extrañeza. A mediados del mes pasado el escritor italiano Umberto Eco anunció que prepara una versión más ágil y más "accesible a los nuevos lectores" de su best seller El nombre de la rosa, que a principios de los años ochenta [del siglo XX] vendió 30 millones de ejemplares. ¿Tanto han cambiado los lectores desde los años ochenta que un escritor se ve obligado a aligerar un libro de consumo masivo? Varias personas vinculadas a las letras o a la enseñanza opinan en qué han cambiado, si es que lo han hecho, las competencias de comprensión lectora durante estos años. Aparece un factor de diferenciación obvio, la popularización del internet y más recientemente, de las redes sociales, que privilegian un tipo de lectura y de escritura volátil.

Para José Marrero Henríquez, profesor de Teoría de la Literatura en la ULPGC, "se nota en los últimos años que la capacidad de comprensión de lectura ha disminuido y que hay cierta aversión a encontrar la tranquilidad para disfrutar con paciencia de textos largos". A su juicio, "estamos bombardeados por imágenes entrecortadas, por aluviones de noticias sin un asiento analítico y elaborado de las cosas que suceden en el mundo. El tema de internet puede afectar porque se accede a informaciones breves y fragmentadas. Así, el discurso que va más allá del fragmento queda dejado de lado".

Marrero ve muy difícil una reversión de estas tendencias cada vez más consolidadas. "Esto no tiene vuelta atrás. Otra cosa es que todo el sistema educativo desde la infancia favorezca actividades que requieran reflexión, cierto reposo. Porque hoy todo lo que sean periodos largos y sintaxis que requiera cierta demora en la comprensión del lenguaje resulta engorroso".

El profesor de la ULPGC pide para la lectura un movimiento análogo al del slow food. "Hay un movimiento italiano de comida lenta. Una manera de vivir que favorece todos los procesos intelectuales que requieren lentitud, comer despacio, tener buena sobremesa, escuchar temas largos de música".

El escritor Víctor Álamo de la Rosa no coincide con la decisión de Eco. "Me parece un error. Góngora, el escritor más complicado, decía que hay que subir el nivel de la población y no bajar el nivel de la literatura", afirma. Sí ve un problema a nivel educativo. "Ha caído la enseñanza, porque antes había suficientes horas de lengua y literatura y ahora las han reducido a la mitad. Pero el hombre siempre progresa. Hoy los libros están al alcance de cualquiera y de modo gratuito", explica el autor. Álamo de la Rosa no cree que el internet halla erosionado las habilidades de comprensión lectora, aunque "sí puede que tenga algo que ver en el estilo del escritor actual, porque se busca un estilo más directo, de frases más cortas". En el otro extremo, opina que la popularización de la red "ha contribuido a las expansión de las habilidades lectoras".

Cambio de paradigma

María Isabel García Bolta, concejala de Cultura de Las Palmas de Gran Canaria, catedrática de instituto y con dilatada experiencia como responsable de la gestión de bibliotecas de las Islas, constata unos cambios en los hábitos de lectura, pero no tiene claro que esto haya repercutido en la capacidad de comprensión de los lectores. "Los índices de lectura hoy son altos. La gente sí lee", dice, pero precisa que entre esas lecturas "hay mucha novela negra que es fácil de leer: la literatura de evasión es la preferida de la mayoría, aunque hay lecturas diversas, para todos los gustos". El éxito de esa "narrativa de novela fácil" responde a que "la gente quiere alguna lectura más de ocio", pero la concejala no tiene claro "si hay una explicación que nos lleve a pensar que se leen cosas de menor enjundia".

En todo caso, advierte sobre la importancia de que "este tema se haya puesto sobre la mesa con una obra tan importante como El nombre de la rosa y por parte de un autor como Eco, experto en temas de semiótica". García Bolta recuerda que, tiempo atrás, el escritor ya "hizo un pequeño tratado donde explicaba algo de lo que había querido decir en ese libro".

El editor Jorge Liria cree que "la comprensión lectora ha disminuido, aunque sigue habiendo buenos lectores". A su juicio, hay un importante cambio de paradigma en el que no se puede obviar la irrupción de lo audiovisual. "Hoy el estudiante medio tiene menos capacidades lectoras, porque ha cambiado la forma de aprender. Hace muchos años sólo se aprendía a través de la lectura, ahora se usa el audiovisual". Liria va más allá y afirma que "el futuro de la literatura pasa por asumir otros lenguajes, pues la palabra escrita ya no se bastará por sí misma. La tecnología hará que la forma de escribir vaya cambiando". Y se muestra crítico con Eco: "Una obra de arte no debería ser escrita para nuevos lectores"