El promotor de 'This Is It', los conciertos con los que tenía previsto reaparecer Michael Jackson en 2009, aseguró este miércoles en la segunda jornada del juicio por la muerte del artista que el cantante "estaba fuerte" en sus últimos ensayos.

Paul Gongaware reanudó este miércoles en la Corte Superior del condado de Los Ángeles su testimonio, que había quedado interrumpido al término de la primera sesión, el martes por la tarde, y explicó su relación con el 'rey del pop' y su implicación en la contratación del médico Conrad Murray.

Murray está acusado de homicidio involuntario en relación con el fallecimiento del creador de 'Thriller', cuya vida terminó repentinamente el 25 de junio de 2009 por una intoxicación aguda de fármacos, en concreto por el abuso del anestésico hospitalario conocido como propofol.

Gongaware indicó este miércoles que la jornada del 23 de junio, dos días antes de la muerte de Jackson, el cantante "estaba fuerte" y lleno de energía sobre el escenario, y calificó su último ensayo, fechado el 24 de junio, como "un buen ensayo".

El estado del artista durante esos días resulta de relevancia para la acusación, que trata de circunscribir el fatídico desenlace de Michael Jackson a una "flagrante negligencia" supuestamente cometida por Murray la jornada que murió el 'rey del pop', y no achacarlo a un deterioro continuado de la salud del artista.

La fiscalía considera que el médico inyectó una dosis excesiva de propofol a Jackson y posteriormente abandonó al paciente en su habitación para atender una serie de llamadas telefónicas.

La defensa sostiene que Jackson era un adicto a los fármacos desde hacía años y que tomaba frecuentemente propofol para combatir el insomnio.

Los abogados de Murray afirman que el propio Michael Jackson se autoadministró una sobredosis de propofol y lorazepam cuando su médico no estaba presente.

Gongaware, que trabajó en las giras 'Dangerous' y 'History' de Jackson, confirmó que Jackson tenía previsto 50 conciertos como parte de 'This Is It', que iban a tener lugar en Londres entre julio de 2009 y marzo de 2010.

Durante ese período, Jackson, según indicó Gongaware, quería que Conrad Murray fuera su médico personal con un salario de 150.000 dólares al mes.

El contrato entre Murray, Jackson y la promotora AEG Live no llegó a ser firmado por las partes, a pesar de que el doctor se venía describiendo a sí mismo como médico del cantante durante los últimos tres años, si bien no en exclusiva.

El documento tenía fecha de 1 de mayo y en él se indicaba que Murray cobraría de forma retroactiva su salario.

Según declaró la abogada que redactó el contrato, Kathy Jorrie, AEG Live "no pagó a Conrad Murray".

Actualmente existe otra demanda interpuesta por la familia de Michael Jackson contra AEG Live por considerar que la promotora actuó de forma irresponsable por no contratar a un doctor que "verdaderamente cuidara del bienestar" de Jackson y no "proveer equipamiento" apropiado para la atención sanitaria del artista.

La acusación citó entre la lista de negligencias de Murray que no contaba con máquinas para medir las constantes vitales de Jackson, ni con aparatos para practicar la reanimación cardiopulmonar.

"Murray dijo que no necesitaba el equipo hasta que llegaran a Londres", comentó Jorrie, según el cual el médico le confesó en una conversación que "Michael Jackson estaba estupendo, en perfecto estado de salud" y que "no había nada de qué preocuparse" después de repasar su historial médico.

En una grabación exhibida ayer por la fiscalía realizada en mayo por Conrad Murray, se escuchaba la voz aturdida del "rey del pop" en un momento en el que parecía que estaba bajo los efectos de alguna sustancia.

En su alegato inicial, el abogado de la defensa Ed Chernoff aclaró que su cliente estaba tratando de desenganchar a Jackson del consumo de fármacos en los días próximos a su muerte.

La acusación mostró también una fotografía del 25 de junio de 2009 en la que se veía a Jackson en una camilla de hospital con aspecto moribundo.

Conrad Murray, de 58 años, se declaró no culpable del cargo de homicidio involuntario y podría ser condenado a una pena máxima de cuatro años de cárcel si el veredicto le es desfavorable.