El concierto del pasado martes a cargo de la Capilla del Real de Las Palmas para algunos les resultaría antes de asistir algo así como música antigua; a otros, simple curiosidad y a otros,?, pero algo en lo que todos de seguro estuvieron de acuerdo al oírlo fue que se trata de música fresca, espontánea, de una vena popular innegable y que no nos deja indiferentes porque parece natural, sin artificio (es la sensación que me dio aunque me consta que está sabiamente elaborada) y ello creo es fundamental para una obra de Arte. Si a eso añadimos que fue una interpretación por parte de todos sus componentes perfectamente ensamblada con el estilo de las composiciones que parecía una recreación o improvisación. Ya casi podía terminar aquí mi comentario; pero, antes de que lo olvide voy a citar los componentes de esta Capilla: Isabel Álvarez y Estefanía Perdomo, sopranos; César Carazo, tenor; Robert Kortlang, bajo; Vicent Bru, clave y órgano positivo; Carles Fibla, violín barroco; Juan Carlos de Mulder, archilaúd; Lixsania Fernández, viola da gamba; y Carlos Oramas, guitarra barroca y dirección.

Para orgullo nuestro la gran mayoría de obras interpretadas forman parte del archivo de la Catedral y no me explico cómo han estado tanto tiempo olvidadas pues las tres obras vocales de Diego Durón que abrieron el programa nos hacían pensar en esas obras postclásicas en las que a las señoras les gustaba parecer aldeanas, pues su estilo perfectamente asimilado por los cantantes e instrumentistas era de un sabor popular innegable.

Así en Vaya del gusto al negrillo, única, creo recordar, con todo el elenco, su carácter danzante, tónica casi general, fue muy bien destacado, admirando el tratamiento de las cuatro voces, sus melodías sencillas, su construcción casi sin modulaciones y ya nos hizo entrar en ambiente con las dos canciones siguientes: Al enamoradito, dúo de sopranos, y En esta mesa próvida, para soprano y tenor, menos elaboradas que la primera, pero en las que aparte de la buena interpretación de los cantantes, lució, como en todo el concierto el buen arte de la violista de gamba Lixsania Fernández, que en muchas ocasiones, más que un acompañamiento era una voz añadida. Hubo dos obras instrumentales de Gaspar Sanz: Folías, sin violín, magníficamente iniciada por Juan Carlos de Mulder al archilaúd y muy bien completado en las variaciones en las que lucieron todos los instrumentistas, y Jácaras, con Carlos Oramas, espléndido en su doble faceta de director y solista que nos dieron a conocer otro aspecto de la música de la Capilla.

Con otra bella canción de Diego Durón, De la seda Xacarilla terminó este refrescante concierto de nuestra veterana Sociedad Filarmónica que se ha apuntado un tanto en defensa de lo nuestro. El éxito, indudable, tuvo como regalo la canción inicial.