El enigma sobre David Bowie, su capacidad de reinvención como artista, la condición de camaleón de la industria, cuenta con nuevas referencias servidas por colaboradores y detractores. Alba Editorial licenciaba para España el pasado año el libro David Bowie, Starman, la "biografía definitiva" del joven de Brixton firmada por Paul Trynka. Un denso volumen de 600 páginas en las que el también biógrafo de un buen amigo del duque blanco, Iggy Pop, y editor de la revista International Musician y The Guitar Magazine, en el que traza un arco cronológico desde sus inicios, con su explosión mediática en el programa Top of The Pops, de la BBC, en julio de 1972, ya reencarnado en Ziggy y sus Spiders From Mars, hasta llegar a los primeros años del siglo XXI, su singular travesía en tierra de nadie, despojado desde hace años de su capacidad de sorpresa.

Es el más certero y completo retrato sobre el músico británico cosido a partir del testimonio y las confesiones de 200 personas que tuvieron y tienen que ver con el pasado y presente de Bowie. Novias, parejas, managers, incombustibles acompañantes de pasajes de locuras de sexo y drogas y de éxito comercial, como Iggy Pop (almas gemelas en la etapa berlinesa donde la leyenda popular barrunta que Bowie tenía a la cocaína como el mejor soluble para acompañar la leche), el músico y productor Tony Visconti, que formó parte de su banda en su primer gran álbum de éxito Space Oddity (1969) o Marc Bolan.

Comprender la música para llegar al artista. Con esta premisa, David Bowie, Starman, pone sobre la mesa la capacidad transgresora de David Bowie, no solo por su constante reinvención con un exquisito acierto, caso de sus producciones y giras en la segunda mitad de los setenta y los ochenta. Según Paul Trynka, cada disco nuevo de Bowie cambiaba las reglas del mercado. Algo así como que era quien marcaba tendencia con su impronta. Cuando se le daba por acabado, apostó por la música disco o el reggae, haciendo buena la leyenda. No faltan sus incursiones en el cine, y proyectos fallidos como Tin Machine.

Un genio con todas las letras del que poco se saben en la última década. Su último disco de estudio apareció en 2003 con el título de Reality, el número 23 en una carrera que comenzó con el álbum de título homónimo que apareció en 1967. La biografía que publica Alba Editorial incluye un anexo sobre la discografía que completan el trazo vital de un artista del que se desconoce su próximo paso a sus 65 años. Eso sí, los tres minutos de gloria que le dio el Top of The Pops cuando interpretó Starman travestido de Ziggy con el pelo naranja, nunca se repetirán. Por cierto, un tema cuya melodía y fraseo viene de Over the Rainbow, de Judy Garland.