El Príncipe de Asturias ha entregado este mediodía a Cristóbal Ugarte, nieto de Nicanor Parra, el Premio Cervantes concedido al poeta chileno, quien por su avanzada edad no ha podido viajar a España para recibir el premio.

La solemne ceremonia se ha celebrado en el paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, en una edición que ha tenido otra ausencia, la del Rey Juan Carlos, encargado cada año de entregar este premio y que está convaleciente de una operación de cadera.

Nicanor Parra, de 97 años, el creador de la antipoesía, ha recibido el máximo galardón de las letras en castellano por "toda una vida dedicada a la poesía, a crear y a investigar nuevos lenguajes poéticos".

La entrega del Premio Cervantes es el acto más importante del 23 de abril, día en que se conmemora la muerte de Cervantes y la de Shakespeare.

Don felipe ha valorado la figura de Parra como un "espíritu gemelo" de Miguel de Cervantes, un "rupturista" y un poeta "esencial" y desnudo de adornos", cuyas palabras, según ha subrayado, unen a los hispanohablantes y ensanchan la vida de todos.

En su discurso de clausura de la ceremonia, don Felipe ha señalado que, al ver llegar a Parra al parnasillo de poetas galardonados con este premio, Cervantes "reconocerá en él un espíritu afín, un poeta desnudo de adornos, con atuendo de vecino de Chillán" y le dará la bienvenida como "colega" y "raro inventor".

En una ceremonia a la que ha asistido el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, el príncipe también ha destacado la decisión de la familia del poeta chileno de depositar mañana en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes la máquina de escribir del premiado "con un poema inédito y la orden de no abrirlo hasta dentro de cincuenta años".

"Como las palabras de Parra están en perpetuo movimiento, no sabemos lo que entonces aparecerá; pero no hay duda: serán palabras que nos unen en la lengua de Cervantes y ensanchan nuestra vida", ha reflexionado el heredero de la Corona.

"Don Quijote no cabe en un fin de semana"

Cristóbal Ugarte leyó unas palabras de agradecimiento de su abuelo por la concesión del galardón, con las que pidió una prórroga "de mínimo un año" para poder "perigueñar" un discurso "medianamente plausible".

"Don Quijote no cabe en un fin de semana", le decía Nicanor Parra "hace unas pocas horas" a su nieto, quien, en presencia de los príncipes de Asturias, del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y de numerosas autoridades, contó que antes de viajar a España, había dejado a su abuelo "en su casa de Las Cruces, en la costa chilena, rodeado de libros".

"La mayoría de ellos son versiones y estudios del Quijote, pero hay también algunos libros de la biblioteca de Don Quijote, como, por ejemplo, los seis tomos de 'La Araucana', de Alonso de Ercilla", dijo el nieto antes de leer varios poemas de Nicanor Parra.

Nicanor Parra, de 97 años, se suele tomar con mucha calma eso de elaborar un discurso, sea del tipo que sea, y dice al respecto: "Yo demoro seis meses en armar un discurso que se lee en 45 minutos y que parece que estuviera improvisado".

Con voz firme y con las modulaciones adecuadas, el nieto de Parra leyó varios poemas y antipoemas del genial poeta chileno, que fueron redactados en la máquina de escribir que "está hoy con nosotros" y que mañana depositará en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes.

"¿Esperaba este premio?", le preguntan a Parra en uno de los breves poemas leídos hoy. "No/ Los premios son/ como las Dulcineas del Toboso/ Mientras pensamos en ellas/ lejanas/ sordas/ enigmáticas./ Los premios son para los espíritus libres/ y para los amigos del jurado/", dice Parra con su habitual sorna.

Se trataba de agradecer el Premio Cervantes, considerado el Nobel de las letras hispanas, y en varios de esos poemas se aludía al creador del Quijote, como en "La seriedad con el ceño fruncido".

"La seriedad con el ceño fruncido/ es una seriedad de solterona./ La seriedad con el ceño fruncido/ es una seriedad de juez de letras./ (...)La verdadera seriedad es otra:/ la seriedad de Kafka/ la seriedad de Carlitos Chaplin,/ la seriedad de Chejov/, la seriedad del autor del Quijote,/ la seriedad del hombre de gafas/ (Érase un hombre a una nariz pegado/ Érase una nariz superlativa", dice ese antipoema, que termina con la siguiente lúcida sentencia:

"La verdadera seriedad es cómica", leyó el nieto de Parra antes de hacer reír a los asistentes, al final de su intervención, con lo que dice su abuelo "a la distancia" cuando le preguntan si se considera acreedor al Premio Cervantes.

"Claro que sí". "¿Por qué". "X un libro que estoy X escribir", contesta el poeta y científico chileno.

"¿En qué quedamos entonces/ amigo Zerbantes?"

Parra es autor de una extensa obra, original y certera, en la cual figura también el poema "Somos dos estudiantes de pedagogía", en el que al profesor don Nicanor le preguntan "en qué se distingue la prosa del verso".

"¿Diferencia? ¡Ninguna!/ Es cuestión de costumbre solamente/ Los poetas escriben para abajo/ Los prosistas escriben para el lado./ En un lugar de la Mancha/ (octosílabo)/ de cuyo nombre no quiero acordarme/ (endecasílabo)", dice el escritor chileno que puso "patas arriba" la poesía tradicional, como aseguró el ministro de Educación y cultura español, José Ignacio Wert.

"Existe -afirma en otro poema-/ "Y se llama William Shakespeare/ Marlowe/ o Bacon/ o Perico de los Palotes/. Hay 40 maneras distintas de pronunciar esta palabra sagrada/ Lo mismo que pasa con la palabra Cervantes/ El propio Don Miguel se firmó muchas veces/ con zeta y con belarga/ Ya lo dijo mi tía/ Shakespeare/ el Cervantes inglés/ Cervantes/ el Shakespeare español/ El mismo hombre con distintos nombres/ Si no existiera habría que inventarlo".

"¿En qué quedamos entonces/ amigo Zerbantes/ hay o no hay caballeros andantes"/ se pregunta el escritor en otro fugaz poema.

Las palabras de agradecimiento por el Premio Cervantes acabaron con uno de los poemas más hermosos del escritor: "El hombre imaginario".

"El hombre imaginario/ vive en una mansión imaginaria/ rodeada de árboles imaginarios/ a la orilla de un río imaginario...", comienza ese poema que Nicanor Parra ha recitado tantas veces en su casa al borde del Pacífico.