- Dice ser insegura, tímida y retraída. La verdad, no lo parece.

- Pasa a menudo en el mundo de la interpretación. Podemos ser tímidos pero lo superamos en público.

- ¿Ser guapa tiene ventajas?

- Ser guapa es un privilegio, pero tener un físico intermedio y no ser ni muy guapa ni muy fea permite hacer papeles de mujeres normales. La calle no está llena de mujeres guapísimas, sino de gente normal. A veces pienso que me hubiera gustado ser más normalilla. Ahora, como ya soy muy mayor, puedo decirlo: he sido guapa. Muy guapa.

- Ya de jovencita, en Salamanca, la llamaban la Maizena.

- Por aquello de dos veces buena. Yo me preparaba para ser una mujer progresista y emancipada y los hombres estaban todavía en ese nivel, incluso en la universidad.

- ¿Los gozos y las sombras le cambió la vida?

- No sólo me hizo famosa, que eso no es un mérito, sino que me proporcionó el éxito y, cuando llega el éxito, estás más allá de todo.

- La escena de la masturbación quedó para los anales.

- En Televisión Española seguía habiendo censura y dijeron que esa escena se hiciera en plano general para que pareciera que estaba enferma. "Yo no sé hacer eso a cien metros", dije, y se rodó en planos cortos y quedó maravillosamente. Fue una es- cena cumbre.

- Torrente Ballester iba a menudo al rodaje de Los gozos y las sombras, ¿cómo era con usted?

- Muy protector y muy sim-pático. Me daba pautas para actuar y luego el director me de- cía: "Has hecho eso distinto". "Ay, no me he dado cuenta", le res-pondía yo. Y Torrente me decía después: "Vente a cenar, que te cuento más cosas".

- Buñuel quería que fuese la Virgen en La Vía Láctea.

- Buñuel quería una Virgen ligera de cascos y, cuando me vio, dijo "esta es mi Virgen". Se puso a rodar y rodar hasta que cortó: "¡Basta, para mí es la Virgen!" Pero luego recibí un telegrama que ponía: "El sindicato de actores francés no admite a una actriz extranjera que no tiene un nombre en la industria". Y me vine abajo. Así que empecé mi vida con un gran fracaso.

- Ha hecho muchos pape-les dramáticos, pese a su vis cómica.

- En teatro, siempre que puedo, hago comedia. Y, en el cine, quizá por mi voz, por el físico o por ser morena los hombres siempre me han visto como un personaje dramático. He sufrido mucho porque el humor me entusiasma.

- Se queja con frecuencia de que para una mujer, a partir de los 40, no hay papeles en el cine.

- Me duele que no se escriban películas con papeles para mujeres mayores, aunque aho-ra empiezan a llamarme directores jóvenes.

- ¿Pensó en dejarlo?

- En un momento en el que, como ahora, escaseaba el trabajo. Tenía el título universitario reciente y me ofrecí para dar clases en un colegio. Me aceptaron y, por la tarde, me llamaron para decirme que los padres no querían a una actriz.