El agradable espacio en que ubica el Museo Néstor sus convocatorias musicales se llenó hasta la bandera el pasado jueves para el concierto del Dúo Cassadó, que forman el violonchelista valenciano Damián Martínez Marco y la pianista grancanaria Marta Moll de Alba, matrimonio en la vida y pareja en el arte. El plato fuerte fue la magistral Sonata en la de César Franck, violinística en origen pero igualmente frecuentada por los chelistas. La versión, apasionada y brillante, llevó a su cénit el clima de todo el programa, dedicado al romanticismo tardío. Martínez Marco tiene un sonido grande, generoso y compacto, que proyecta su temperamento sobre bases técnicas del mayor compromiso y perfecta cultura del estilo. Los cuatro movimientos de la obra, que rebasan la medida camerística por su ambición sinfónica, hicieron lucir una fuerza expresiva de primera ley, admirablemente fraseada en las alternativas de intensidad. El arco, de muy largo recorrido en todas las articulaciones melódicas o virtuosísticas, contribuye con su controlada presión a diferenciar las melodías sedosas del virtuosismo de bravura. La rica escritura pianística de la Sonata tuvo amplitud y valentía en el juego de Marta Moll, tan delicada en la pulsación pianisimo como elocuente en las grandes extraversiones, muy difíciles en el allegro, incitadoras en el divagatorio del recitativo-fantasía y precisas en el contrapunto final. Sabia y juvenil versión, estimulante da capo a fine.

Tocaron antes, con exacta asimilación del melodismo decadentista de Rachmaninov, dos de sus famosas piezas violonchelísticas, el Preludio op.23-10 y la Danza oriental op.2-2 (bisada al final como respuesta a las ovaciones). Piezas mucho más que saloneras en el fervoroso cantabile del dúo. Y, en medio, la infrecuente Sonata Op.12 de Myaskovsky, impresionante en sus dilatadas expansiones melódicas, su sabor oscuro, la puesta en valor de toda la extensión tesitural de los instrumentos y la concentrada voz del klangideal ruso más allá de la referencia folclórica.

Programa exigente y difícil, premiado por el entusiasmo unánime del auditorio.

Daniel Montesdeoca, director del Museo Néstor, destacó en su presentación del concierto el valor histórico del piano Gaveau que regalara Néstor a Gustavo Durán. Es, evidentemente, una interesante pieza de museo, pero el poderoso aliento de Marta Moll merecía otro instrumento.