La privacidad y la discreción fueron la nota dominante de la estancia de Bruce Springsteen en el sur de Gran Canaria. Llegó poco antes de las 16.00 horas del lunes al Seaside Grand Hotel Residencia, donde reservó 19 habitaciones para garantizar su privacidad, y se marchó a las 16.20 horas del día siguiente, saludando y haciendo su particular gesto con la mano desde el interior del mercedes negro en el que viajaba.

Durante esas 24 horas apenas se dejó ver, a pesar de tener a las puertas del Hotel a periodistas y grupos de incondicionales fans procedentes de Madrid, Tenerife e incluso italianos, que viajaron a la Isla expresamente para ver a su ídolo.

De la misma forma que entró en el Hotel el lunes, por la puerta trasera para despistar a seguidores y periodistas, salió unas horas más tarde para pasear por Maspalomas. De esa salida trascendió que se quedó maravillado cuando, desde el Hotel RIU divisó la playa de Maspalomas, y allí mismo se compró un bañador y se dio un buen baño junto con sus escoltas, bien entrada la tarde.

Un baño que, al parecer ablandó el corazón del rockero porque regresó al hotel, sobre las 20.30 horas, por la puerta principal y se dejó fotografiar con algunos de los fans que no habían desistido de su intento de encontrarse con el Boss.

Fue el caso de Darío Pérez, un joven madrileño que desde las 15.00 horas montaba guardia junto a su novia Ainoa González, para ver de cerca al músico, por el que sienten una veneración heredada de sus padres. "Yo he crecido oyendo la música de Springsteen en casa, y me hace mucha ilusión fotografiarme con él para llevársela a mi padre", explicó Ainoa. Sin embargo, ella no tuvo la suerte de su compañero Darío, que sí obtuvo esa imagen junto al músico, una foto que sacó en papel a gran tamaño y que ayer exhibía como un trofeo con la esperanza de "rematar la faena" y que el Boss se la firmara.

Sin embargo, ayer no fue el día de los fans en el Sur. Bruce no salió durante la mañana del Seaside. Desayunó hacia las 12.00 horas y después optó por darse un baño en la piscina. Quienes si tuvieron suerte fue el personal hotelero, que además de tener palabras con el músico, se fotografió con él; así como otros clientes del complejo turístico, con los que el Boss no escatimó en simpatía.

Con Springsteen se alojó una pequeña parte de su equipo, además de personal de servicio, entre los que figuraba su propio cocinero. Todos se marcharon media hora antes que su 'jefe', rumbo a la capital grancanaria.

Escoltado por agentes de la Guardia Civil y de la Policía Autonómica, a las 16.20 horas Bruce abandonó el hotel, no sin antes dejar algún autógrafo de recuerdo a clientes y trabajadores y, ya desde el interior del coche, limitarse a saludar a los que llevaban horas montando guardia en la entrada del complejo. Fue un instante fugaz que dejó sabor de derrota a sus incondicionales seguidores.