La calidad de los directos de Bruce Springsteen es legendaria y reconocida hasta por aquellos que no compran sus discos. El Boss lo da todo en sus actuaciones y el nivel de energía y calidad interpretativa no ha menguado desde sus primeros conciertos, de los que han pasado ya cuatro décadas. Las críticas a la pata americana de la gira de Wrecking ball son testimonio del buen hacer sobre el escenario del autor de The river y Born in the USA. Es más, puede que Springsteen, a tenor de lo que dicen estas reseñas, esté mejor que nunca.

"Quizá sea el show más inspirado que he visto en 30 años y miles de conciertos, incluyendo una docena del propio Springsteen", dice Evelyn McDonnell en LA Times a propósito de la actuación que el cantante ofreció el mes pasado en Los Ángeles. "Springsteen siempre ha sido un gran showman, alguien que ha estudiado de forma detallada a los grandes del R&B (Al Green and James Brown) y ha aprendido cómo predicar una historia. Pero, con el tiempo, las raíces gospel de este hombre del soul se han ido poniendo, cada vez más, de manifiesto. Parece que este hijo católico ha estado pasando tiempo en iglesias negras", dice entregada la periodista.

Una de las críticas más curiosas en su enfoque, firmada el pasado día 3 por Allen St. John, la acoge la publicación económica Forbes. "La última noche estuve en el Prudential Center de Newark, New Jersey, para el último concierto de la primera pata de la gira de Wrecking ball. He estado en docenas de actuaciones de Springsteen antes, desde la gira de The river, pero este bien puede haber sido el mejor de todos".

Lecciones

El crítico analiza la magia del cantante con un enfoque típico de Forbes. "Sé que la grandeza de este show no fue accidental. Fue el resultado de planificación, experiencia y una comprensión del delicado equilibrio entre lo que el público quiere y lo que necesita. No creo que haya una empresa en Estados Unidos que no pueda aprender un par de cosas de lo que hizo Springsteen la pasada noche. Hay algunas lecciones importantes", explica el periodista, que da testimonio de lo imprevisible de este artista, hasta para elegir el repertorio. "Dejó a la audiencia sin habla al atacar la más oscura de todas sus canciones, una maqueta de 1972 llamada Bishop danced, que no sólo había tocado en directo en tres ocasiones, la última el 2 de marzo de 1973.

Benjy Eisen firma en la versión americana de la revista Rolling Stone la crítica del show en el HP Pavilion de San José, California. Eisen pone el énfasis en lo que de comunión con el público tienen estos conciertos. "Como Springsteen prometió al inicio del concierto, su misión es una de transformación y, en el fondo, su mensaje es de unidad en estos difíciles tiempos a nivel socioeconómico. Preguntó retóricamente al público: "¿Estáis preparados para la transformación?". Preparado o no, la transformación fue un objetivo clave durante las tres horas siguientes. El repertorio siguió un tema específico, la ira por el actual estado del país, con una distancia cada vez mayor entre los peces gordos de Wall Streer y el trabajador medio americano. Pero Springsteen logró transmitir ese mensaje mientras entretenía al público y le daba una oportunidad de bailar con él".

También hace referencia el periodista a lo ecléctico del repertorio. "Springsteen también tocó canciones menos habituales, como Thundercrack, Johnny 99" Backstreets y Rosalita (come out tonight). El show incluso incluyó la aún más rara My love will not let you down.