Alto en el camino (Halt auf freier Strecke, 2011), que obtuvo el premio a la Mejor Película en los Premios del Cine Alemán de este año y el primer premio de la sección Una cierta mirada del Festival de Cannes, inauguró la noche del jueves la muestra. Anoche se proyectó En las nubes (Wolke 9, 2008), Mejor Dirección en los Premios del Cine Alemán y Coup de coeur du Jury de la sección Una cierta mirada del Festival de Cannes. Y el martes cuatro de diciembre, A media escalera (Halbe Treppe, 2002), Oso de Plata del Festival de Cine de Berlín. Todas las sesiones son a las 20.30 horas en Gran Canaria Espacio Digital.

¿Conoce las bondades de las Islas como lugar de rodaje? No sería el primer director alemán que rodaría en Canarias. Douglas Sirk, Werner Herzog, Wolfgang Petersen?

No las conozco. Y me interesaría mucho saber, aunque normalmente las películas se ruedan allí donde es preciso hacerlo, no porque existan localizaciones que ofrezcan más beneficios que otros. Mis historias se han desarrollado por ahora siempre en Alemania, y en lugares que conozco bien. Antes que nada, me hubiera gustado estar en Gran Canaria, pero estos días celebran en el 53o Festival Internacional de Cine de Tesalónica, el más importante de Grecia, una amplia retrospectiva sobre mis películas. No podía faltar. He oído hablar de las bondades de Gran Canaria y su gente, como tantísimos alemanes, pero por ahora solo conozco, y como turista, Lanzarote y Fuerteventura.

¿Cómo definiría su cine pa- ra un espectador que no haya tenido la oportunidad de verlo antes?

En realidad prefiero que sean los demás los que me den a mí su opinión. Pero le podría decir que es un cine muy diferente de unas películas a otras, también desde el punto de vista formal. La mayoría tratan sobre la situación en Alemania y sobre cuestiones existenciales. Suelen ser películas de las llamadas "serias", aunque también tengo alguna comedia. Me gusta improvisar, pero también acercarme a la dirección desde una forma más planificada, más clásica. Se da la circunstancia de que el grupo de tres películas que se verán en Gran Canaria tienen muchas cosas en común. Las tres han partido de ideas propias, han sido realizadas por un equipo técnico muy pequeño, de siete personas, y con un alto grado de improvisación en el trabajo actoral. El coste también fue relativamente bajo para las tres. Alrededor de un millón de euros cada una.

Defíname cada una en una frase.

Alto en el camino es un drama sobre una familia que debe afrontar la muerte de su padre por cáncer. En las nubes, una historia de amor entre personas entre 60 y 80 años. Y A media escalera son historias de amor cruzadas entre parejas. De las tres, ésta última, que es también la más antigua, es además la única donde hay presentes elementos de comedia.

¿Cuáles son los proyectos en que trabaja actualmente?

Estoy con varias cosas a la vez. Pero quizás lo próximo que haga sea una película para niños. Llevo muchos años queriendo hacer algo así. No me gustan las películas comerciales que se hacen habitualmente para el público infantil. Ni por los temas que tocan ni por lo que reflejan.

El cine alemán sigue siendo poco conocido en España al margen de movimientos históricos como el expresionismo de la época muda y autores clave en la cinematografía mundial de los años 60 y 70. ¿Hay algo que una al cine alemán, algún rasgo que lo caracterice más allá de sus directores?

Podríamos escribir un libro sobre esta cuestión. Al igual que ocurre con la mayoría del cine europeo (también el español), el cine de los distintos países no es conocido fuera de sus fronteras. Seguramente en el cine alemán hay rasgos que son comunes a toda la producción, pero yo me siento más seguro diciendo que entre los cineastas jóvenes hay muchos que me resultan muy interesantes. La pena es que sufren la inexistencia de canales de distribución y exhibición adecuados. Francia es el país de referencia en Europa para estos asuntos, porque promueve de forma enérgica el cine desde la propia administración central. Estas decisiones de apoyo al cine en sus dos vectores, cultural e industrial, que son decisiones políticas, no se dan de la misma forma en Alemania, donde por nuestra condición de estado federal los asuntos culturales son competencia específica de cada uno de los Länder.

¿Con que cineastas o películas se siente más identificado Andreas Dresen?

Hay muchísimo que me gusta, pero si tuviera que nombrar a un cineasta sería español, Luis Buñuel, a quien admiro profundamente por la mezcla de radicalidad y humanidad de sus películas. Del cine reciente me gusta el cine inglés, especialmente Ken Loach. Si tengo que decir alguno más diría que los hermanos belgas Jean-Pierre y Luc Dardenne. Por mi procedencia también tengo cercanía y admiración por directores de la antigua Alemania del Este y por los cineastas rusos.

¿Es posible que un día podamos hablar del cine europeo como una unidad por encima del peso de los distintos países?

Difícilmente, porque la belleza del cine europeo está precisamente en la diversidad, enormemente rica, de las culturas de los países donde se crea. Y eso yo no lo cambiaría nunca. Por ejemplo, si voy a ver una película española me interesa, además de por sus cualidades cinematográficas, porque conoceré cosas nuevas de su forma de vida, de su manera de ser y expresarse, que son muy distintas a las mías. Lo que no me gusta son las películas europeas que se hacen como si fueran trasposiciones de la forma de hacer películas de Hollywood.

Vivimos tiempos críticos para el cine, al menos en España. Se cierran salas, no se encuentra freno para parar la piratería por Internet, ¿no estaremos hoy en un momento histórico parecido al de, por ejemplo, finales de los veinte con la llegada del sonoro o en los años sesenta del siglo pasado con el desarrollo de los nuevos soportes de filmación?

Estoy convencido de que así es. Y también de que la industria debe reaccionar frente a la irrupción descontrolada del cine por Internet para evitar que ocurra lo que ha pasado con la música. Aunque al ritmo que van las cosas ya es un asunto inevitable, porque lo cierto es que, se haga lo que se haga, se llegará tarde. Una cuestión que podrían plantear las salas es un sistema flexible de tarifas para las taquillas. Si las entradas cuestan tantos euros por película, teniendo en cuenta que estas han tenido un coste determinado, no parece lógico que películas de presupuestos más bajos tengan el mismo precio. Podría ser proporcionalmente más barato. Hay muchas cosas que se pueden hacer. Y lo primero es ser menos rígido. Con Internet ocurre algo parecido. Es penoso que se pierdan espectadores por el asunto de las descargas ilegales. Pero hoy en Alemania una película puede comercializarse legalmente en la red solo después de seis meses de haber pasado por salas. Eso es mucho tiempo y el caldo de cultivo perfecto para que la piratería prospere.