¿Cuál ha sido el objetivo de este documental?

Realizar un testimonio desde un punto de vista, no sólo personal de Pepe Dámaso, sino además pictórico y biográfico para que tuviera un carácter universalista. Todo se mueve a través del eje Dámaso-Pessoa-Saramago, por eso, además de Madrid y Gran Canaria, una parte se ha rodado en Lisboa A través de Saramago y con ocasión de la Exposición Universal, Dámaso descubrió a Pessoa, y eso le transforma completamente tanto intelectual como artísticamente.

¿Por qué el título de El vaho en el espejo?

En la película se trata el carácter de la muerte en Dámaso, que viene dada primero por la muerte de su padre, que él recrea. El vaho en el espejo era la prueba que se hacía antiguamente para confirmar si una persona estaba viva o muerta. Pero, aparte de la de su padre, el documental también aborda la muerte del pintor Óscar Domínguez, aunque aquí se trata de una muerte hacia la vida, una muerte colorista, una muerte desde la tropicalidad. Oscar Domínguez residía en París, tenía la elefantitis, se quita la vida en el año 58 cortándose las venas, y ese suceso, como el de la muerte de su padre, va a influir claramente en la vida de Dámaso.

¿En qué se diferencia de otros documentales rodados hasta el momento sobre la figura de Pepe Dámaso?

En intentar ir más allá de una vida cronológicamente contada. Hasta ahora, la figura de Pepe Dámaso se abordaba desde el reconocimiento impulsado por su amistad con César Manrique y basado en la disciplina de su estudio en La Isleta, o desde el aplauso contundente de sus exposiciones en Oslo, Milán, Dakar o Nueva York, o también desde sus amistades y encuentros vitales con los artistas plásticos más internacionales. Yo he intentado hacer algo más íntimo. El relato comienza recreando al propio Dámaso en los últimos minutos de conciencia de su padre, José. A partir de ahí, se aborda lo que ha significado la muerte en el artista, cómo fueron los años ochenta concebidos como una época de sacerdocio cultural, o cómo analiza Dámaso la realidad que le rodea.

¿Cree que este ha sido el momento ideal para filmarlo?

Sí, porque este 2013 Pepe Dámaso celebra su 80 aniversario y es, por tanto, el momento de hacer balance, de mirar hacia atrás y contemplar, de la misma manera en que lo han hecho quienes le conocen desde temprano, la evolución de una obra amplia y genuina, en la que hay una huella intelectual, conceptual, que va más allá de las formas plásticas. Mi labor, por otro lado, ha sido la de dejar constancia en imágenes, a través de la propia palabra del artista, de una sensibilidad extrema conectada con su paisaje natal y con un mundo que no le es desconocido.

El documental cuenta con la participación de diversas personalidades de gran relevancia en el ámbito de la pintura, la crítica, la escultura o la gestión cultural.

Sí. Todos ellos han colaborado encantados, desde el respeto y la admiración que profesan al artista. Está el escultor Martín Chirino, el filósofo y crítico de arte Fernando Castro-Flórez, el filólogo y crítico Luis Antonio de Villena, el profesor Matías Díaz Padrón, y el historiador y crítico Alfonso de la Torre. Debo decir, además, que junto al documental, el dvd incluye un making-off literario titulado Notas de rodaje, escrito por la periodista y filóloga Noemi Hernández, y que permite conocer otras aristas del poliédrico Pepe Dámaso.

¿Qué otros proyectos documentales tiene en proyecto?

Estoy finalizando la película documental que se titula La última traición. Claves del 23-F, un trabajo de investigación que aborda las claves silenciadas del intento de golpe de Estado en España el 23 de febrero de 1981. El trabajo cuenta con reveladores testimonios de destacadas personalidades vinculadas, directa e indirectamente con aquel suceso, que demuestra que aún no se sabe con veracidad lo que ocurrió realmente en aquel momento.