Chano Álvarez vive desde los 10 años en Tenerife y es uno de los principales productores de las Islas. Inició su trabajo a finales de los 80 del siglo pasado en producciones de los hermanos Ríos y fundó Volcano, su productora, en 1994, después de trabajar como director de producción en Esposados, cortometraje de Juan Carlos Fresnadillo estrenado en 1996 que llegó a optar al Óscar de Hollywood. Álvarez ha producido y fotografiado una decena de cortometrajes y, como productor de servicios, ha trabajado en infinidad de producciones internacionales. En largometrajes ha sido productor delegado en Intacto (Juan Carlos Fresnadillo, 2001) y productor asociado de Caótica Ana (Julio Medem, 2007).

Usted es con el vasco Koldo Zuazúa uno de los impulsores de Voice Over, ¿cómo es que no estará presente mañana en la gala de los Goya?

El sentido de mi existencia es producir antes que ir a recoger premios. Ahora mismo me encuentro viajando entre las siete islas realizando los trabajos de la próxima campaña de turismo del Gobierno de Canarias. Estamos en la fase de reconocimiento. Es decir, repasando las localizaciones donde pensamos hacer las grabaciones a partir del próximo mes de marzo.

Si estuviera en el hotel Auditorium de Madrid en la gala y ganara el Goya, ¿a quién dedicaría el premio?

Sin dudarlo, a mi equipo asiduo de Volcano, con el que llevo tantos años trabajando. Lo dedicaría a Rafael Castro, Guayarmina González, Óscar González y Aarón Mayo.

¿Cuáles son a su juicio los puntos fuertes de Voice Over?

El corto cuenta la historia de tres situaciones paralelas situadas en contextos espacio-temporales diferentes que crean un gran interrogante en el espectador. Una de sus fortalezas es que crea una intriga que el público necesita resolver. Dónde y cómo se suceden los tres relatos es otro de sus valores. Hay situaciones que se desarrollan en el futuro y otras en el pasado. Escenas nocturnas y diurnas. Rodajes a tres mil metros de altura y bajo el agua, escenas bélicas con explosiones. Es un corto con una producción muy compleja y elaborada.

El trabajo dura diez minutos. ¿Cuánto tiempo hizo falta para rodarlo?

Siete días. Seis días en Canarias y uno en Andalucía. En Canarias fundamentalmente en Las Cañadas, La Orotava y Adeje, en Tenerife. Y el último día lo rodamos en Almería.

¿Cuáles fueron sus mayores dificultades?

Para poder financiarlo éramos dos productores, Koldo Zuazúa y yo mismo, y tuvimos que asociarnos con dos más; uno madrileño y otro andaluz. Montar la producción ya entrañó dificultades. Además, no fue un rodaje fácil. En este sentido, reitero mi agradecimiento al actor Jonathan D. Mellor, que soportó un rodaje que incluía planos a cinco grados centígrados en el Teide vestido con una escafandra con la que apenas podía respirar. Además, por muy bueno que sea un cortometraje, para ser finalista en los Goya hay que hacer una campaña de promoción como si se tratara de un producto comercial. Entre otras cosas, editar trípticos, hacer campaña entre los académicos y estar activos en Internet.

¿Se ve ganador? ¿Cuáles son sus expectativas para esta noche?

No necesito vencer porque considero que ya he vencido. Sólo la nominación nos da un plus de prestigio y eleva nuestro caché para nuevos proyectos. Además, hemos abierto una vía importante de trabajo con el director Martín Rosete, que además de hacer cortos es publicista, para trabajar en Canarias.

Lleva más de dos décadas viviendo como profesional del audiovisual en las Islas. ¿Cuál es el secreto para mantenerse en un sector tan precario?

La mayoría de mis amigos querían ser directores o productores y siguieron el camino que estaba marcado. Ahora casi todos están en trabajos que nos les gustan o fuera de este mercado. Yo tuve la suerte de abrir Volcano en 1994 como empresa de servicio de producciones extranjeras. Fuimos la segunda en España y nos anticipamos al aluvión de rodajes de cine y trabajos audiovisuales en general que en los años siguientes y hasta hoy se han producido en las islas por parte de empresas internacionales. Sobre todo americanas, italianas, inglesas y alemanas. Lo que aprendes en producción haciendo service (como nosotros lo llamamos) durante un par de años no lo aprendes en ninguna universidad.

Y en dos décadas no ha dejado de participar, producir y hasta dirigir cortos cuando otros se resisten a apostar por un formato que apenas produce rentabilidad económica.

Considero el cortometraje una obra en sí misma. No un medio de aprendizaje. Ni el paso para hacer largos, como les parece a muchos. Es una cuestión de vocación. Nos ha producido muchas satisfacciones producirlos. Y Volcano hemos sido, junto con la productora La Mirada, de los pocos de Canarias que producimos cortos a otros.

¿Seguirá produciéndolos?

Voice Over es posiblemente mi último trabajo. Al menos en el sentido de proyectos de otros. Me apasiona la fotografía y en casi todos los cortos que he producido he sido yo el director de fotografía. Por eso no descarto hacer algo personal, como me ocurrió con Rutina (2007), que dirigí yo mismo en un día con mi hermana Patricia Álvarez de protagonista mientras rodábamos en Fuerteventura el corto Las gafas (2008), de Alberto García. Trabajar solo por el gusto de hacerlo.

¿Dan más alegrías los largometrajes?

Depende, Intacto fue una gran experiencia. Pero con Caótica Ana, de Julio Médem, no me fue tan bien económicamente. Pero qué duda cabe de que el largometraje tiene más posibilidades comerciales. En este sentido ahora mismo estoy con dos proyectos en marcha, Maresía, de Eduardo Martinón, y Happy Movie, de Alberto García.

¿Ha cambiado el audiovisual de Canarias desde que fundó Volcano en 1994?

Ha cambiado a nivel mundial. Cuando empecé no existían los teléfonos móviles. No había Internet. No existía el soporte digital. Hoy los impedimentos para hacer una película como las que tienen éxito internacionalmente son mucho menores. La tecnología lo posibilita. Los límites son, más que nunca, los que cada uno se impone. En Canarias, ha habido falta de un apoyo más heterogéneo. Me refiero a que en otras autonomías (Cataluña, Galicia, Andalucía) el músculo audiovisual se ha fortalecido con la participación de la televisión autonómica. Aquí eso no ha ocurrido. Hemos dejado pasar esa oportunidad que sin duda nos está pasando factura.

¿Qué puede hacerse para que mejore?

Actualmente el Gobierno de Canarias ha abierto nuevas vías de financiación con importantes incentivos fiscales a través de las denominadas Agrupaciones de Interés Económico (AIE). Pues bien, están siendo aprovechadas casi exclusivamente por empresas de fuera. Es el momento. Las empresas audiovisuales de Canarias también tienen que saber beneficiarse de ellas.