Toledo, junto a Fresnadillo, Tatiana Hernández, Andrés Santana y Paco Delgado, ha sido uno de los cinco canarios que han caminado por la alfombra roja de Hollywood, como productor de Esposados (1996), cortometraje nominado a un Óscar. En 1991 dirigió su primer cortometraje, Por los viejos tiempos, último trabajo del actor Luis Suárez, y en 2004 el segundo, Miserere Nobis, protagonizado por Mapi Sagaseta. Este filme fue premio del Foro Canario del Festival de Cine de Las Palmas de Gran Canaria el año que esta sección inauguró dotación económica. De sus próximos proyectos no quiere hablar. Pero avisa. Ya tiene uno en marcha “muy bien armado y estoy escribiendo otro guión para tenerlo en la pista de despegue”.

Véndame La senda. ¿Por qué debe verla el público?

La película explora una hipótesis real sobre la vida más allá de la muerte. No sé qué más puedo añadir, salvo que necesito al público. Sin él no hay comunicación ni, por lo tanto, obra. Por suerte, he comprobado que conecto con más personas de lo que pensaba, algo que era difícil a priori, pues planteaba una película muy arriesgada, llena de cambios temporales, planos de realidad superpuestos y todo tipo de recursos cinematográficos que quería experimentar. Con todo, puedo garantizar que nadie se aburre viéndola.

¿Qué ha sido lo más difícil de su proceso de creación?

El guión, trabajado durante casi cuatro años en 20 versiones. Pero lo agradezco mucho porque fue toda una escuela de escritura. Escribir es un trabajo muy duro, pero es la base del filme. Sin un asiento sólido, todo se tambalea. Nunca en mi vida había puesto tanto empeño en una tarea concreta, y ahora lo agradezco, porque me ha formado como narrador.

¿Cómo ha sido trabajar con Fresnadillo en el guión?

Ha sido un lujo contar con él. Juan Carlos es un perfeccionista minucioso y con una gran capacidad de síntesis visual. Puede resumir dos páginas de diálogos con una sola imagen. Tiene una comprensión natural del dinamismo de una escena, de la combinación de todos los elementos como si la viera reproducida en su cabeza y es capaz de determinar qué elemento está fallando. Es sereno, no se entusiasma ni se deja arrastrar por lo fácil o efectista. He aprendido mucho de él, de su modo de distribuir la narración, de los criterios importantes en relación con la audiencia real en una sala.

La creación de la atmósfera, la puesta en escena, la fotografía y la interpretación de los actores son puntos fuertes. ¿Usted con qué está más contento?

Fue un rodaje muy exigente, rodeado de técnicos con amplia experiencia, a quienes hay que atribuir gran parte del empaque del film. Este nivel competitivo también me obligó a crecerme y, por lo tanto, a formarme en el oficio. Ha sido una experiencia enriquecedora, que ha disipado muchos miedos e inquietudes como director. Tener seguridad es básico para poder dirigir.

¿Cómo ha sido la experiencia de trabajar con Gustavo Salmerón e Irene Visedo?

Salmerón es una de las personas más carismáticas que conozco, su persona es mucho más grande que cualquier personaje en pantalla. Es genial e indescriptible. Desde que lo vi en Fotos (1996), de Elio Quiroga, había soñado con hacer una película juntos. Resultó ser mucho mejor de lo que esperaba y mantenemos una gran amistad, lo mismo que con Irene. Ella es una actriz con una disciplina impresionante, precisa, no te hace perder ni un segundo. Su intuición es muy poderosa. Una de las cosas más bonitas del film ha sido la relación con los actores, la química que hubo.

También el niño, Ricardo Trénor, es todo un descubrimiento.

Sí, tenía tanto miedo de no encontrar un niño capaz para el papel que reduje mucho su intervención en guión. Si llego a saber que contaba con un talento así, lo hubiera explotado mucho más como personaje.

¿Cómo fue la experiencia de rodar en la Ciudad de la Luz, considerado como uno de los mejores estudios de Europa?

Rodar en la nieve, en los Pirineos y Teruel, a 10 y 12 grados bajo cero, fue una experiencia muy dura que ahora recuerdo con cierta nostalgia. Los estudios fueron una oportunidad maravillosa. El nivel de precisión que puedes alcanzar, de concentración, de planificación, es absoluta. Yo rodaría en estudio todo, hasta los exteriores.

La senda recibió en 2006 una ayuda a desarrollo y luego en 2010, de carambola, la coproducción financiera de Canarias Cultura en Red por valor de 120.000 euros. Esto sólo representa un 4,6 % del presupuesto final, 2.660.000 euros. ¿Cómo consiguió levantar el resto de la financiación?

El mérito es de mi productora, Victoria Alberca. Había un plazo cerrado para conseguir la financiación y aceptar la financiación canaria o renunciar. Yo la forcé aún más, concediéndole sólo un mes para decidirnos. Y ella fue capaz de encontrar en ese plazo unos coproductores que se interesaron por el proyecto. Luego entraron la Ciudad de la Luz, Gerardo Herrero, las televisiones valenciana y canaria... Para mi sorpresa e incredulidad, en un año estaba preparando el rodaje en la Península.

¿Qué se ha hecho mal en el cine en España para que siempre esté en crisis?

Primero, en los 50, autorizar el doblaje, lo que se cargó el idioma como forma de identidad, y puso las películas extranjeras en competencia desleal. Segundo, en los 70, permitir las prácticas de monopolio de cartelera de los americanos, que obligan a contratar en bloque. Sin espacio para estrenar, ¿cómo compite el cine nacional? Luego, en los 80, favorecer el sistema de intervencionismo estatal con las subvenciones. Esto mató el ánimo competitivo de la industria, creó mafias de productores amigos del régimen y desnaturalizó el sentido empresarial de la producción.

¿Hay beneficios en la crisis?

La presente crisis ha obligado a replantear el modelo, creo que para bien. Este año se han triplicado las exportaciones de películas. Por dar un ejemplo, La senda ha estado cuatro semanas en salas en México y está vendida a más de 30 países, tan dispares como Francia y Corea del Sur. He hecho más entrevistas para Colombia que para Canarias.

¿Cuál es el mayor reto al que se enfrenta la industria del cine en España?

Conquistar el área natural de expansión de este cine, Hispanoamérica y la comunidad latina de Estados Unidos, que son tantos millones como toda Europa junta ¡y todos hablando español! Es realmente curioso cómo el cine en español vive de espaldas a América cuando es su evidente nicho de mercado global.

¿Qué opina de la irrupción de nuevas tecnologías en el cine?

Para quienes como yo hemos conocido la prehistoria celuloide del audiovisual, la levedad de las nuevas tecnologías es casi un milagro. Con el digital tienes además mil texturas a tu disposición. Y para qué hablar de los avances en el montaje y los efectos especiales. Es otra dimensión. Todo es positivo.

Muchos opinan que estamos en un momento crucial de cambio por la irrupción de Internet. ¿Qué piensa de la piratería?

La senda se está vendiendo en grandes almacenes y tiendas especializadas tan bien como Blancanieves. No obstante, nada comparado con las descargas piratas. Con cada descarga me siento como un camarero al que el cliente se le va sin pagar.